♞ Condiciones

11.1K 968 537
                                    

Me interpuse entre Ava y Martha escondiendo la incomodidad que había logrado arrastrarse dentro de mí, las dos mirándose como si hubieran descubierto algo significativo, algo que ambas ignoraban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me interpuse entre Ava y Martha escondiendo la incomodidad que había logrado arrastrarse dentro de mí, las dos mirándose como si hubieran descubierto algo significativo, algo que ambas ignoraban.

Lo único que yo quería era que Martha se fuera. Por accidente, le había mencionado que estaría en Nomansland, mas no tenía idea de cómo logró encontrarme y, lo más importante, qué estaba haciendo aquí. De hecho, decir que me complació verla parada a mi lado habría sido una tontería total.

—Soy Ava —se presentó tras un momento de silencio.

—Es un placer conocerte —replicó Martha y supe que estaba mintiendo. Pude ver la sospecha en sus ojos.

—Igualmente.

—Ava es mi socia —logré articular después de tomar una bocanada de aire—. Bueno, en realidad es al revés. Ella dirige el lugar.

—Impresionante. —Asintió Martha, sus cejas perfectamente perfiladas se arquearon y  un silencio incómodo cayó entre las tres. Justo cuando comencé a preguntarme cómo podría hacer que se fuera, volvió a hablar, esta vez directamente a mí—. ¿Crees que podría refrescarme antes de regresar a Londres?

—En realidad estoy ocupada ahora, Mart–

—¡Relájate! No te estoy pidiendo que me des un baño, no es que fuera a rechazarte si me ofreces uno —agregó guiñandole un ojo a Ava, mientras fingía complicidad.

Sin embargo, Ava no dijo nada. De hecho, estaba segura de que su incomodidad había crecido exponencialmente. Me di cuenta por la forma en que frunció los labios.

—Podemos hablar más tarde —dijo dando un paso atrás—. Tengo cosas que hacer con Frank de todos modos.

—¡Supongo que te veré más tarde! —se despidió Martha mientras la castaña se alejaba. Aquella frase me revolvió el estómago de ira. Luego su joven rostro se volvió hacia mí, fingiendo inocencia—. ¿Qué?

—Puedes darte una ducha y luego irte —disparé con rudeza—. ¿Cómo es que llegaste aquí? ¿Y por qué, Martha? Ya sabes cómo son las cosas.

En eso no mentía. Martha y yo comenzamos a vernos poco más de un mes atrás y, desde el minuto uno, intenté dejarle en claro en más de una oportunidad: yo no buscaba una relación. Mi vida "romántica" estaba completamente separada de mi vida privada, y ahora eso incluía a Ava, la estancia y, por supuesto, a Eli. Por eso siempre me preocupé en aclararlo desde un principio. No tenía tiempo ni ganas de verme en una situación como esta. Pero supongo que la gente a veces no entiende, o entiende lo que quiere.

Como Martha.

Fui estúpida al mencionarle que estaría aquí.

—¿Podemos hablar adentro?

—Está bien. —Acepté, tal vez era mejor conversar con privacidad.

Me siguió a la casa. No estábamos lejos pero, después de unos momentos, su respiración se aceleró. Eso es lo que pasa cuando uno usa tacones altos al caminar por una zona rural. Sin embargo, mi ritmo era firme.

El arte de ceder (o La indómita naturaleza de Ava) © - GirlsloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora