Ava Huxley. Jinete y entrenadora.
Audaz como cualquier hombre, maneja su estancia con una pasión sin igual.
Habiendo vivido en el campo toda su vida y gracias a su padre y a Alfred Harlowe, su socio, Ava aprendió a manejar el establo a temprana e...
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No planeé perdonar a Blake. De hecho, después de la forma en que me miró esa tarde, pensé que nunca podría perdonarla en absoluto.
Pero luego, cuando finalmente hablamos, la ira y el dolor se disiparon como la niebla en la madrugada. Ya no podía aferrarme a esos sentimientos. En el momento que la explicación salió de sus labios, algo se rompió dentro de mí: la imagen de Alfred. Lo había idealizado durante todos estos años y el secreto que nos había ocultado, incluso a Blake, manchaba el gran concepto que tenía de él.
No podía entender cómo alguien podía hacerle eso a otro ser humano. A una niña, a su propia hija. ¿Cómo podía actuar con tanto amor y cariño hacia mi familia y dejar sola a una pobre mujer? Fue lo más cruel que pudo haber hecho y me costó varias noches de insomnio aceptarlo.
Después de la conversación con Blake, el sueño me eludió. Me la pasé girando en la cama, recordando las palabras de Blake, a la expresión en su rostro. Nunca la había visto así, quebrada por el solo hecho de mencionar a Alfred. Lo intenté, pero no podía imaginar lo terrible que debe haber sido para ella.
Su propio padre la había abandonado y, para peor, en lugar de tratar de hacerse un lugar en la vida de su hija, simplemente se dio por vencido. En vez de intentar criar a su sucesora, Alfred me puso a mi bajo su ala, algo muy injusto considerando que existía una niña sin padre que esperaba que él apareciera. Lo duro que debe haber sido para Blake saber que fui yo quien ocupé su lugar sin quererlo... Solo podía imaginar las cosas por las que ella y su madre deben haber pasado a causa de él.
Me importaba. Me importaba lo suficiente para mantenerme en vela y había pasado mucho tiempo desde que algo así me sucedía.
Sintiendo mi garganta seca como la arena, me metí debajo de las sábanas intentando deshacerme de esos pensamientos. Sería mejor tratar de dormir un poco antes de que suene la alarma.
No es que tuviera mucho tiempo. Solo quedaban cuatro horas.
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—¿Ava? Ava, despierta...
Una voz suave me llamó por mi nombre, haciendo que mis párpados se abrieran apenas. El sol brillaba más que de costumbre en mi habitación esa mañana.
—Oye, Ava... —Una mano tocó mi hombro y con gran esfuerzo, traté de abrir los ojos—. Te quedaste dormida.
—¡¿Qué?! —exclamé, casi saltando de la cama y por fin encontrándome con la mirada de Eli—. No puede ser... —Apresurada y con bastante torpeza, traté de agarrar el despertador y mirar la hora, pero ella me detuvo.
—Está bien, no te preocupes. Blake está con Daphne y Frank —explicó dejando una bandeja con una taza de café y tostadas francesas en mi mesita de noche—. Me pidió que te trajera esto.
