Cap. 30

49 5 0
                                    

—Katsuki... ¿Por qué no me dices cosas bonitas? —le pregunté mientras lloraba.
—Lo hago todo el tiempo. —besó mi mejilla.
—Pero no me dices cosas como "cariño" o "amor".
—Pensé que no te gustaban, además, no me veo diciéndote "cariño" —lloré más—. Está bien, no llores, cariño.
Katsuki sintió como si le envenenaran todo el cuerpo al decir esa palabra.
—Das vergüenza ajena.
—¡Es lo que me has pedido! —dijo histérico.
—Lo sé.
—Te amo, joder. —tapó su cara exhausto, llevaba un día sin dormir por mi culpa, no paraba de llorar o quejarme.
—¿Por qué dices "joder"? ¿Soy una molestia para ti? —mis ojos se llenaron de lágrimas.
—No, para nada, solamente estoy cansado, eso es...
—¿Tú? ¿Cansado? Yo llevo una cosa en mi útero que se come toda mi comida y que además hace que sienta náuseas cada hora durante mínimo diez minutos.
—Sé que tú estás haciendo mucho más. Eres genial, ______. —besó mis labios.
—Odio tu olor, hueles demasiado fuerte. —tapé mi nariz.
—Antes decías que te gustaba, pero dejaré de echarme tanto si te molesta. —besó mi frente.
—Me encanta que me des besos, te amo mucho. —besé sus labios.
—Yo no tuve un embarazo tan malo... —le comentó Mitsuki a su marido.
—El tuyo no fue malo, fue horrible, pero entiendo por qué. —añadió Masaru.
Katsuki los miró furioso.
—¿El mío también puede ser horrible? —pregunté y empecé a llorar
—Gracias.
—¿Qué? Solo estábamos hablando.
—Siento ser tan exagerada. —tapé mi cara con una de los cojines del sofá.

Se hizo de noche, estaba en el baño preparándome para dormir. Me miré al espejo y noté que mi pecho había crecido, no me importó mucho, pero era un cambio.
Katsuki llamó a la puerta. Sus amigos habían venido a verme y, al estar ya en mi casa, aquello no me supuso un problema.
Bajé rápidamente y los vi observándome encantados.
—¿Cómo es que está tan...? —Kaminari tenía una tierna sonrisa.
—No lo sé, pero me atrae más que antes. —Katsuki golpeó a Sero por decir eso.
—¿Es que antes no era atractiva? —mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Claro que sí! Sigues igual de atractiva y hermosa que siempre, ¿de acuerdo? —besó mi frente durante unos segundos—. Deberías ir a dormir, te amo.
—Yo también te amo. —sequé mis lágrimas y subí.

El rubio llevó a sus amigos al salón y cerró la puerta.

(Katsuki)
—Pues sí que está sensible.
—Antes era muy diferente a cómo es ahora.
—Sí, y tú has pasado de ser un idiota maleducado a ser su fiel sirviente.
—Lo tomaré como un cumplido. —les serví algo de sake.
—¿No sois muy jóvenes para pasar por todo esto? —comentó Kirishima preocupado.
—¡Kirishima! —le regañó Kaminari.
—No —bebí y los miré serio—. Tienes razón, lo somos. Yo no estoy de acuerdo con esto, pero respeto sus decisiones.
—Pero tú también deberías tener voz.
—No pienso obligarla a hacer algo de lo que podría arrepentirse toda su vida. No soy esa clase de persona —alcé levemente la voz, pero me calmé al ves como apartaban la mirada avergonzados—. Lo siento.
Bebí otro poco y suspiré, aún estaba despierto. Llevaba dos días sin dormir y esos idiotas vinieron a criticar todo lo que estaba pasando. No tenía por qué escucharlos ni por qué abrirles la puerta.
Ashido se acercó a mí y me abrazó, yo tensé mi cuerpo, era la primera vez que alguno de los que estaba allí me abrazaba.
—Deberías irte a dormir, siento que te caerás al suelo en cualquier momento. Nosotros ya nos vamos —se separó y recogió sus cosas—. Si necesitas algo, llámanos.
¿Me había leído la mente o era tan evidente lo que pensaba? No lo sé, pero aquello me alegró el día y me hizo confiar en Ashido más que nunca.
Subí a la habitación y vi a ______ durmiendo tranquilamente. Me tumbé a su lado y la abracé por costumbre, pero ella me separó al despertarse repentinamente.
—Soy yo, tranquila. —acaricié su espalda.
—Katsuki, ¿te puedo hacer una pregunta?
—¿Hm? —cerré los ojos.
—¿Te gusta Mina? —abrí los ojos como platos.
—¿Qué? No. ¿Por qué piensas eso? ¿Nos has estado espiando? Vamos, solo fue un abrazo.
—Ya, pero... No importa. —me dio la espalda y se quedó dormida.
—Te amo. —besé su espalda desnuda.

—Katsuki, Ashido ha venido.
—¿Y qué? Duerme conmigo otro rato...
—Tengo que irme a estudiar, aunque me encantaría quedarme.
—Entonces hazlo.
—No puedo —sonrió y apartó mi flequillo con su mano para dejar un beso en mi frente—. Te amo.
—Y yo a ti.
Salí de la habitación poco después y me asomé desde el piso de arriba para saludar.
—¡Buenos días! Parece que por fin has conseguido descansar. —saludó alegre la chica de piel rosada.
—Sí, por fin he podido dormir un poco. —me estiré y bostecé mientras iba al baño.
Me miré al espejo, no me había afeitado en una semana, odiaba el tener que hacerlo, me quitaba tiempo. Tomé una pequeña ducha y bajé lo más rápido que pude.
—Ashido, ¿has desayunado? Puedo hacer algo más para ti.
—¿Algo más para mí? Pues... —me miró con una sonrisa pícara.
—Algo más de desayuno. Solo de desayuno. —recalqué molesto.
—Prepárame un "llevo tanto tiempo sin echar un polvo que no siento nada". Debe ser fácil de hacer para ti.
—______ no se siente bien... —tapé mi rostro con las manos y luego suspiré—. Esto es absurdo, ¿has venido solo para follar? De verdad pensé que querías ayudar.
—Pero, Bakugo, te estoy ayudando. —se acercó a mí y acarició mis mejillas.
—Eres horrible. —la miré a los ojos.
—No parece que tu amigo piense lo mismo.
—Me pass todo el tiempo, no te lo tomes como algo personal. Ya no puedo ni... No tengo por qué hablar sobre esto. Si no vas a ayudar, vete —le di la espalda—. Le contaré todo esto a ______.
—Solo será un rato, por favor... —acarició mi pecho y bajó su mano hasta mis pantalones.
Agarré su muñeca con fuerza.
—No me vas a poner un dedo encima, tal vez tu mano vuele en pedazos antes de hacerlo.
Nunca antes había amenazado a alguien de esa manera, no me sentí bien al hacerlo, solté su mano bruscamente.
—Lo siento, pero no te quiero aquí. —seguí a lo mío y ella agarró sus cosas para irse.
—Bakugo.
—¿Puedes irte ya de la casa de mi novia? —alcé la voz molesto.
—Claro.
Salió de allí y yo me detuve para pensar unos segundos. Miré hacia abajo para ver mi pantalón y suspiré.
—Putas hormonas.

______ llegó de la escuela y fui corriendo a besarla.
—No tienes ni idea de lo que te he echado de menos. —la abracé con fuerza.
—Está bien, sé lo que ha pasado, me ahogas. —me dio toques en la espalda.
—¿Lo sabes? Qué vergüenza...
—¿Vergüenza? Has estado genial, pero como esa vuelva a casa le arranco los cuernos. —besé su mejilla.
—Te veo mejor. ¿Eso significa que podemos...?
—Claro, no veo por qué no deberíamos.

No sé qué nombre ponerle (Katsuki x tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora