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Tom

Una semana ha pasado desde la última vez que vi a Di y ha sido una tortura y no solo para mí, al parecer para Leni también porque todos los días me pregunta por ella.

-¿Georg no te ha dicho nada?- creo que esa vez número diez que pregunta lo mismo.

-Todos los días lo llamo y siempre es la misma respuesta.- la veo hacer un mini puchero.

En los últimos días la castaña se ha hecho muy cercana a la hija de Georg tanto así que no hay día en que la llamé para preguntar por ella.

Pero al parecer algo sucede con la chica que no ha respondido ni los mensajes o llamadas de Leni y mucho menos las mías.

Estuve llamando a Georg preguntando por ella con la excusa de que Leni estaba preocupada y mentira no es, obviamente no le diría la verdad de que soy yo quien quiere saber sobre el estado de la menor.

Pero lo único que obtengo son palabras sin sentido indicando que ella quiere estar a solas. Al parecer termino invocando a mi amigo porque mi teléfono empieza a sonar y al ver el nombre puedo ver qué se trata de Georg.

-¿Hola?-

-Necesito que Leni venga.- su voz se escucha cansada y triste a la vez.

-¿Sucede algo?-

-Es sobre Di...- ahora sí estoy preocupado.

-¿Qué sucede con ella?- un pequeño sollozo se escucha.

-Solo traerla por favor.- no me deja responder porque corta la llamada para que no le haga más preguntas.

Decido ir en busca de la castaña y avisarle sobre lo que Georg me dijo, pero apenas llegó a su cuarto escucho gritos por parte de ella y Heidi.

-¿Puedes dejar de hablar de ella?, realmente me estás agobiando.- la voz de Heidi es lo primero que escucho.

-Es mi amiga, y me ha apoyado desde que nos conocemos algo que tú cómo madre no has hecho.- la castaña en cierto modo tiene razón.

-La conoces hace menos de un mes y la prefieres a ella.- la voz de Heidi suena a un falso dolor así que decido intervenir.

-Mmm Leni...- la menor rápidamente voltea en mi dirección apenas escucha mi voz.

-¿Te llamo?-

-Si y quiere que vayas.- ella rápidamente toma su bolso y zapatos los cuales va colocándose en el camino.

-¿Tu también Tom?- volteo a ver a la mayor que se encuentra de brazos cruzados.

-Georg se escuchaba mal, es mi amigo e iré a apoyarlo en lo que sea que esté pasando.- sin más doy media vuelta para dirigirme a las escaleras.

Tomo las llaves de mi auto donde la menor ya está esperando por mí.

No entiendo a Heidi, cuando conoció a Di dijo que le había caído de maravilla, pero ahora que Leni había estado tan preocupada por ella, algo de celos y resentimiento despertó en ella.

Los últimos días había tenido varias peleas con Leni sobre el tema de Di, y siempre terminaban igual.

Aún que Leni tiene razón en lo de que Heidi no la ha apoyado tanto como debería a diferencia de la ojiverde que la ha apoyado y amado desde que la conoció.

-Necesito que pases por alguien más.- volteo a verla con el entrecejo fruncido.

-¿Quién?- creo tener una idea de quién podría ser, pero me niego aceptarlo.

-Mattheo.-

Dilara

Las pesadillas habían vuelto, hace días no había salido de mi habitación y si lo hago es solo para ir al jardín y quedarme acostada en el pasto por horas mirando el cielo.

Papá y mamá han intentado de todo para que mi ánimo mejore, incluso llamaron a Mack epro desgraciadamente se fue de viaje con sus padres y no volverá hasta tres días antes de su cumpleaños.

Ni siquiera eh ido a la escuela, Dylan me ha mandado toda la materia por mensaje, pero ni eso eh revisado, solo veo las notificaciones de los mensajes y llamadas.

Se que tanto Tom como Leni han de estar desesperados por hablar conmigo, pero no me siento bien para contestar los mensajes o llamadas.

Al igual que Mattheo había estado llamando y viniendo, pero no podía verlo a la cara, tenía miedo de que si lo hacía me soltaría a llorar y al contarle la verdad el me dejara de hablar, así que cada vez que venía me escondía o hacia la dormida para que papá le dijera que no estaba disponible.

Ahora me encontraba en el jardín, pero a diferencia de las otras veces me encontraba con una taza de té y mi libreta de dibujo entre mis piernas mientras estaba sentada en una de las sillas.

El sonido de la puerta siendo tocada me indica que alguien llegó solo espero que no se trate de Mattheo no creo poder evitarlo está vez.

Pero mi sorpresa es el triple cuando no solo lo veo a él sino que también a Leni y Tom.

Los dos primeros vienen corriendo en mi dirección y se lanzan encima una vez que me quitan la taza para no quemarnos, me abrazan tan fuerte que me quitan la respiración por unos minutos.

A diferencia de ellos el mayor prefiere quedarse observando, aunque sé que muere por acercarse.

-Nos tenías tan preocupados.- la castaña toma mi rostro entre sus manos y me inspecciona de pies a cabeza.

-No vuelvas a hacer eso Di.- ahora es Mattheo quien me toma del rostro, pero a diferencia de la chica beso mi frente.

Cuando nos separamos Tom poco a poco se acerca a mí, cuando está enfrente de mi abre sus brazos y con timidez me acerco dejándome envolver por él.

-Me alegra que estés bien, Leni casi se vuelve loca por no saber de ti.- una pequeña risa se escapa de mis labios.

Se aleja de mi dando media vuelta para irse junto a mi padre.

-¿Nos contarás?- me fijo en ambos chicos quienes me miran fijamente.

Asiento y les indico que tomen asiento en el pasto junto a mí, vuelvo a tomar la taza entre mis manos porque sé que la necesitaré.

Comienzo a contarles todo, desde cuando tenía 6 años hasta lo sucedido hace meses. Ambos sueltan varias lágrimas por mi historia.

Mattheo no resiste más y se lanza a abrazarme nuevamente, pero está vez su abrazo no transmite preocupación, transmite protección.

Me dejo abrazar por él, me fijo en Leni quien no para de soltar lágrimas así que abro mis brazos, no lo piensa dos veces y se acerca para unirse al abrazo.

Nos quedamos así unos minutos más hasta que ella decido separarse, mientras el chico y yo seguimos abrazados.

-¿Sabes que te animaría?-

-¿Qué cosa?-

-Una pijamada los tres.-

Al principio no sé si sea capaz de hacerlo por el tema de las pesadillas, pero termino aceptando.

𝖠𝗆𝖻𝗋𝗈𝗌𝗂́𝖺 「𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora