Capítulo 3

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Al día siguiente, el par de chicos se levantaron temprano.

Ranma durmió en un sillón de la sala, cayó rendido y de forma rápida. Ryoga tuvo que acomodarlo para evitar que se estuviera quejando por dolor en su cuello o espalda. También le lanzó una cobija para cubrirlo del frío de la noche.

Hibiki esperaba, de cierta manera, que Ranma retomara la conversación anterior. Quería saber qué es lo que planeaba el chico. Claro que tampoco preguntaría porque no le gustaba parecer interesado en cualquier cosa que tenga que ver con su jurado enemigo.

Enemigo que es casi amigo, pero rival de todas maneras.

Después de desayunar y que cada chico se arreglara para iniciar este nuevo día. Ranma finalmente decidió volver a su casa.

—Gracias por dejarme quedar esta noche —le dijo calmadamente.

—¿Ya te vas? —preguntó Ryoga pasmado por el repentino agradecimiento del otro. No es algo que Ranma diría con tanta naturalidad.

—Si, debo organizar unas cosas importantes.

—Claro.. si tu lo dices…

Acompañó al chico hasta la puerta y justo cuando él estaba por retirarse, Ryoga no pudo más.

Era curioso, no podía negarlo.

En un intento un poco desesperado, agarró la mano de Ranma para detenerlo. Lo que produjo una pequeña electricidad, la cual recorrió sus cuerpos de una forma extraña.

—Eh… —Tal vez Ryoga se puso un poco nervioso. —¿No te olvidas de decirme algo?

Ranma frunció el ceño levemente hasta que entendió a lo que se refería Hibiki. Sonrió un poco altanero como era característico de él.

—No pensé que te iba a interesar tanto, cerdito. —dijo Ranma, apretando el agarre de sus manos.

Ryoga se soltó de ese apretón y con la misma mano golpeó al otro chico en el hombro.

—¿Sabes qué? Mejor lárgate —dijo furioso, se había sentido humillado —Si no lo haces te mato a golpes.

Ranma se carcajeó fuertemente.

—Lo que te debo decir es muy complicado Ryoga —dijo Saotome sin borrar la sonrisa de sus labios. —Dame tiempo, pero te juro que te lo diré.

—Solo vete, idiota.

Ranma decidió irse con rapidez antes de que Ryoga cometiera un acto de odio contra él. En cualquier momento podría recibir un golpe.

En fin, regresó al dojo un poco más tarde de lo que esperaba. Si era sincero, caminó muy despacio y fue por rutas que llevaban mucho más tiempo para llegar. Pero también le sirvió para pensar un poco mejor en su plan.

La cuestión es arriesgarlo todo o dejarlo pasar, otra vez —pensó el chico.

De todas maneras, ya había llegado a la casa y tendría que enfrentarse a su padre, aunque tenía la leve suposición de que si le decía alguna tontería le dejaría en paz.

Su padre no es la persona más inteligente que digamos.

Aparte ya era la hora del almuerzo, por lo que tal vez tenga una charla con los mayores.

Ingresó de manera sigilosa, evitando hacer algún ruido extra, dejó los zapatos en la entrada y caminó despacio.

Para evitar problemas, se disculparía solo si su padre empezaba con un drama maldito. No tenía ganas de estar aguantando eso.

Y como lo esperaba, toda la familia Tendo (y su progenitor) estaban reunidos en la mesa comiendo pacíficamente.

—Buenas tardes… —dijo Ranma muy bajito. Quería pasar desapercibido.

Vorágine - Ranma y RyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora