𝖲𝖾𝗂𝗌

1K 66 0
                                    

Minjeong gimió cuando sintió la lengua de Jimin recorrer toda su clavícula izquierda, y luego sujetó su mano en su pecho, apretándola más. Cerró sus ojos, y suspiró. Una mirada a ella, tan concentrada en seguir lamiendo, y la menor volvió a gemir al volver a sentirla apretar su pecho, con toda su palma.

El sonido sordo en su habitación donde solo escuchan sus apenados sonidos, la fricción de sus ropas, y su propia respiración irregular. Minjeong  sintió que se sonrojó cuando sintió los dedos de Jimin  desabotonar su camisa por completo,
y la deslizó por completo por sus hombros,
moviendo el tirante de su bra, haciéndola
mostrar un poco. Sus brazos apenados subieron a cubrirlos, pero escuchó a la pelinegra lanzar una risita, volviéndola a besar.

—No tengas pena, sólo yo estoy viendo esto.

—Es porque eres tú, tonta.

—Minjeong, ya nos hemos visto desnudas.

La menor evitó su mirada, volteando a su cesto de basura.

—Pero no para tener intimidad. —Jimin se alejó, frunciendo su boca.

—Está bien, no quieres hacer nada, lo entiendo.

—Acomodó su blusa, se paró, y caminó hasta su mochila, tomándola para irse. —Cuando estés realmente segura empiezas a decir tus tonterías de apresurar las cosas.

—No, Jimin, ven. —Una mano en el pecho de la otra, impidiéndole salir de su habitación. Minjeong  realmente no quería que su amiga saliera de su habitación, quería que la siguiera tocando de esa forma. —Es sólo que tengo pena, ¿Y si no te gusta? ¿No te gusta mi cuerpo, mis gemidos, no te gusta... estar dentro de mi?

Jimin frunció su ceño, volviendo a tirar su
mochila por ahí y volver a acostar a su menor en la cama por completo, quitándose su camisa del uniforme por completo. La tomó del rostro, obligándole a verla.

—Yo igual estoy preocupada por ti, Minjeong, ¿Si te lastimo, no te gustó, te sentiste incómoda?, pero lo único que quiero hacer es cuidarte de todos y que a ti no te pase nada malo, sé que soy bruta, pero realmente me enojaría conmigo misma si te hago algún daño. —Una mano pasando por su hombro, su falda deslizándose por sus muslos, yuna sonrisa encantadora de Minjeong, una tierna, atreviéndose a besarla.

—Ahora sabemos que las dos nos preocupamos por lo que va a pasar ahora.

—¿Ahora? —Jimin pregunta, sintiendo las
piernas de la menor enredarse en su cadera,
presionando sus cuerpos.

—Ahora. —Sus labios terminándose de mover y después, se besaron, moviendo sus labios de una manera rápida. Eso prendió a Minjeong.

El sentir las manos de Jimin recorrer su cuerpo como jamás lo imaginó, sentirla presionar sus pechos sobre su bralette, apretar su cintura, apretar sus muslos, todo. Sus manos bajaban de una manera atrevida por todo su cuerpo hasta su trasero, dando un pequeño brinquito por la sorpresa, sacando una risita a su mayor.

—Tan tierna. —Otro beso, profundizado por los brazos de la menor que obligaron a la pelinegra a volver a acercarse a su cuerpo, generando más calor.

Sus manos subiendo por su cuerpo a sus
pechos, donde retiró el bralette por completo, viéndolos. Jimin tragó saliva y Minjeong se dio cuenta de algo; Jimin la deseaba. Sus dedos ágiles fueron
hasta el abdomen de la pelinegra, acariciándolos.

—Se sienten más duros que antes. —Un bulto en su falda le avisó que sus abdominales no eran lo unico duro de ella.

Dedos subiendo hasta los pechos de la
contraria, pequeños. Parpadeó un par de
veces, alzando una sonrisa. Estaba pasando.
Un gemido desprevenido salió de sus labios
al mismo tiempo que sintió que unos iban
dirigidos a sus pezones, apretándolos
levemente. Una lengua acariciar uno, y
después esos dientes apretarlos levemente,
casi jugando. Las manos de Jimin volvieron a
subir al momento que sus labios abandonaron levemente ese pezón izquierdo, pero ambos fueron consolados.

Sus dos manos apretando levemente sus dos
pechos, su falo rozando con su entrepierna,
la pelinegra relamiendo sus labios resecos cada cierto tiempo. Sus barbilla temblando, sus ojos llenos de deseo, y su pecho mostrando una respiración irregular. Minjeong se preguntó si Jimin se
pondría así con cualquier chica que la mayor viera desnuda, y la otra le tenía una respuesta para eso; no, pero ninguna se atrevería a decirlo.

Sintió que su mayor comenzó a repartir besos desde sus pechos a su abdomen, llegando hasta su falda. Una sonrisa, y sus manos viajaron hasta esa falda, dejando los pechos de Minjeong solos y a ella con un puchero.

Quitó la tela con cuidado, encontrándose con
ese short que la menor siempre se ponía bajo su falda, y sonrió, quitándolo con cuidado también.

Llegó hasta sus bragas, blancas, sin ninguna
decoración, y llevó su nariz a ellas, rozándola con el clítoris de la menor y con consecuencia, haciéndola gemir inesperadamente.

Minjeong no era de masturbarse, jamás se atrevió a bajar sus manos a su intimidad porque su mamá le advertía tanto de eso, su abuela le decía que tendría un castigo divino si lo hacía y su padre evitaba hablar con ella sobre cosas de la cara para abajo, así que la menor no tenía a nadie con quien hablar, hasta que conoció a Jimin. Pero tampoco había mucho de qué hablar.

La pelinegra apartó esas bragas, tirándolas por ahí, y después llevó su lengua hasta el clítoris de la menor, ambas temblando. Jimin tampoco era una experta en el tema del sexo, solo había tenido una vez y hace tiempo, así que era prácticamente era virgen. No sabía qué hacer.

No iba a llevar a cabo algo que había visto en el porno, tampoco iba a llevar a cabo algo a ciegas. Volvió a acariciar el clítoris de Minjeong con la punta de su lengua, ejerciendo un poco de fuerza, y la escuchó gemir, indicándole a Jimin que de seguro algo estaba haciendo bien. Volvió
a hacer lo mismo, y el gemido más fuerte de
Minjeong se encargó de ponerla más dura, tanto que dolía.

Ahora solo estaba pensando en cómo
complacer a la menor.

𝖣𝗂𝖾𝗍 𝖮𝖿 𝖲𝖾𝗑 - 𝖶𝗂𝗇𝗋𝗂𝗇𝖺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora