𝖵𝖾𝗂𝗇𝗍𝗂𝗍𝗋𝖾́𝗌

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—¿Por qué vinimos? —Preguntó Jimin mientras veía a la rubia y a la castaña caminar frente a ella, y ambas asintieron.
—Pregunté por qué.

—Porque Aeri invitó a Minjeong y si alguien invita a Minjeong, nosotras como buenos parásitos tenemos que ir para hacernos más populares y conquistar más chiquibabys
—Bromeó, pero Minjeong volteó a verla con el ceño fruncido, y Ningning bromeo.
—Bueno porque ni Jimin ni yo tenemos novia, tú si.

—Espera, ¿Novias? —Jimin corrió hacia ella, y Minjeong asintió, no muy contenta, y Jimin asintió, suspirando. —Felicidades.

La pelinegra sólo comenzó a caminar de una manera lenta, con lágrimas en sus ojos y pateando cualquier cosa que se cruzara en su camino. Se sentía inútil, completamente inútil porque ni le pudo dar el lienzo,
ni pudo hacerle algo de comer o tocarle la canción, se sentía estúpida, inútil, e incompetente, y eso era.

Sólo levantó su mirada, encontrándose con la casa y entró detrás de las otras, saludando a uno que otro conocido.

Minjeong tampoco estaba tan feliz. Jimin no le había vuelto a decir nada y sólo había comenzado a pasar más tiempo con Ningning, por lo que supuso que le iba a decir que le gustaba la rubia. Con su corazón roto porque sus sentimientos no fueron correspondidos por segunda vez, buscó a Aeri porque había escuchado que un clavo saca otro clavo, aunque no era así.

El que la castaña se haya entregado de una manera fácil hizo que Aeri se preguntara qué había pasado entre las dos amigas, pero no le preguntó nada más y sólo disfrutó el, ahora, delgado cuerpo de la otra.

Sólo la vio y le pidió que se sentara a su lado, besándola al instante, y Jimin soltó una lágrima. Qué fácil sería todo si tan sólo hablaran, aunque ninguna conocía sus
verdaderos sentimientos.

Yizhuo abrazó a Jimin, dándole una botella de alcohol, pero está la rechazó y subió, buscando algún cuarto para meterse y llorar en él porque realmente no tenía muchas ganas de estar en la fiesta.

Entró azotando la puerta pero después verificó que no hizo algún mal en el cuarto ajeno. Segundos después vio a Ningning entrar, sonriendo tímida.

—Perdón, pensé que ya sabías.

—No sé por qué no me dijo —Llevó sus dedos a sus ojos y limpió las lágrimas que habían comenzado a brotar, pero no impidió que siguiera bajando. —Siento que morí
—Relamió sus labios, tragó saliva, y volteó a verla. —No siento nada, no siento el brazo izquierdo, Ningning, no me siento con vida.

—Hey, hey, no digas eso —La abrazó, haciendo que hunda su cara en el hueco de su hombro y cuello, y comenzó a acariciar su cabeza —Si quieres la convenzo de que termine con ella o sedamos a Aeri y mando al payaso a que-

—No, por favor, no me trates de animar, solo... déjame en este silencio —Apretó la camisa, comenzando a sollozar ¿Por qué todo es tan difícil para mí?

—No lo sé —Respondió, aunque la otra le había pedido silencio y después se separó de ella  —¿Sabes qué? Ve y bésala en ese instante, o besa a alguien más, dicen que
un clavo saca otro clavo y aunque no tenga razón por lo menos tendrás a alguien a quien meterle algo.

—¿Un clavo saca otro clavo? —Preguntó mirándola, y después su vista bajó a sus labios.

Jimin algunas veces no pensaba en nada, no pensaba en las consecuencias que tendría algo, sus acciones o sus palabras, aunque ella sabía que era un ser pensante y
con razonamiento, ella muchas veces no lo utilizaba para nada y hacía las cosas de manera rápida, estúpida, pero eficaz.

Pero no sabía que se encontraría besando a Ningning en esa cama.

La rubia frunció el ceño, pensando que eso estaba mal. A ella no le gustaba de una manera romántica Jimin, pero no negaba que se sentía atraída a ella.

Solo alzó sus hombros mientras aceptaba el beso y se hacía levemente para atrás, dejándole entrar entre sus piernas.

Jimin llevó sus manos a la cintura de la otra, y las metió bajo su camisa, sintiendo su cálida piel.

Recordó la primera vez que lo hizo con Minjeong, pero solo frunció su ceño mientras llevaba su agresiva mano
al pantalón de la otra, queriéndoselo quitar, pero rompiéndolo en el proceso, asustándola.

Un clavo sacaba otro clavo. Dicho que igual había usado Minjeong, que en ese momento estaba buscando a su mejor amiga para tenerla a su vista porque se sentía mal
mientras no estuviera ella, pero no la encontró.

Y no quiso entrara la habitación donde se escuchaban varios ruidos, suspiros, y puede que un cuadro caer al suelo.

Ningning solo vio cómo la pelinegra sacaba un preservativo de su bolso y lo envolvía en su falo, y la miró. Jimin no tenía sus ojos color miel naturales, tenía sus ojos oscuros,
llenos de dolor y puede que de furia porque el trato que estaba recibiendo no era el más cuidadoso ni sedoso.

Pero no negaba que era lo que le gustaba.

Gimió alto cuando la levantó y la pegó a la puerta, y Minjeong semi-gritó al escuchar la puerta ser azotada.

Iba a entrar para ayudar a cualquiera que estuviera recibiendo tal trato, pero escuchó la voz de su amiga, y la de Ningning jadeante.

—No voy a ser atenta, ni suave, y sé que te dolerá, ¿Quieres parar? —Llevo sus manos a su rostro para  evitar lanzar un quejido, y Minjeong se acercó más a la puerta para asegurarse que eran sus amigas.

—Rina, a mi me gusta rudo, si escuchas un 'para, lento' no me hagas caso, haz lo que quieras —Y gemidos, golpes a la puerta y puede que gritos fue lo que comenzó a llenar esa habitación mientras Minjeong solo se deslizaba de manera suave por la puerta, sollozando en silencio mientras escuchaba a su mejor amiga tener sexo con
alguien más, y ahí, ella igual se sintió inútil.

Nada de esto hubiera pasado si aquella vez que tuvo sexo con Jimin después de la discusión hubiera aceptado sus sentimientos.

Ahora, mientras escuchaba los gemidos, casi gritos de la otra, los gruñidos de Yoo, y sus silenciosos sollozos que aguantaba por su mano.

Si tan sólo lo hubiera admitido ella primero.

Si hubiera hablado con Jimin, pero recordó.

El hubiera no existe, así que ahora solo dispuso a disfrutar del dolor que sentía su corazón, a llorar cada vez más fuerte, pero al mismo tiempo silencioso, y sentirse morir.

Tanto así le gustaba Jimin, pero nunca lo admitió.

𝖣𝗂𝖾𝗍 𝖮𝖿 𝖲𝖾𝗑 - 𝖶𝗂𝗇𝗋𝗂𝗇𝖺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora