𝖲𝗂𝖾𝗍𝖾

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Minjeong sujetó la mano de Jimin para llevarla a su centro, haciéndola sonrojar, más de lo que ya estaba. Su rostro era completamente rojo, por el calor del momento y por estar así con el
'amor de su vida'.

La mano fue a parar a su centro, descontrolando más a la mayor.

El deseo de tocar a ese alguien amado, de tener todo tipo de contacto, el deseo de solo estar con el, Jimin ya lo estaba experimentando cada vez más fuerte. Relamió sus labios, y dos de sus dedos separaron sus labios inferiores, haciendo gemir a la menor que se aferró a su hombro.
Por alguna razón a la pelinegra le encantó ese gesto.

Esos mismos dos dedos comenzaron a acariciar el clítoris de la menor, que gimió levemente más fuerte, causando un leve temblor en su cuerpo. Silencio era lo que habitaba en su habitación al momento, silencio que fue remplazado por el sonido obsceno de la humedad de Minjeong. Sus dedos volvieron a acariciar la zona, tanteando, y después metió uno. Otro gemido escapó de los labios de la menor. La carne rosa que pedía a gritos ser atendida, Jimin tragó saliva sonoramente, tratando de calmarse a si misma y no cometer
una barbaridad.

Metió otro dedo, notando que su amiga estaba más apretada que de lo normal. Sentía que sus paredes asfixiaban sus dedos, y apenas había metido la mitad de dos dedos. Jimin relamió sus labios que estaban secos, y después, los metió por completo, haciendo a Minjeong gemir fuertemente. Su ceño fruncido, sus labios hinchados de tanto morderlos y sus ojos cerrados. Se veía tan tierna, y atractiva. Se concentró en volver a repetir la acción, varias veces, dándose cuenta de que la menor no estaba tan húmeda como debería.

Por suerte ella trajo lubricante. Caminó hasta su mochila, sacando el bote, y se lo entregó a la menor, que la miró fijamente.

—¿Yo-yo haré eso? —Unos labios atrapando su pezón interrumpieron sus palabras, y luego sintió que Jimin asintió, todavía mordisqueando su botón. Su pezón que relucía en su lechosa piel por ser tan rosado, la mayor sonrió, y volvió a chuparlo, haciendo gemir bajo a Minjeong.

—Solo mete tus dedos en el lubricante, y mete tus dedos en tu.. zona. —Un beso en sus clavículas y después escuchó de nuevo el sonido de la humedad entre ellas dos, seguido de los gemidos de la menor.

Jimin se quitó ella misma su falda y su camisa, quedando en ropa interior, llamando la atención de Minjeong, que seguía dándose placer. Su otra mano se dirigió a su clítoris, recordando lo
bien que se sintió cuando la mayor lo acarició, y sus gemidos aumentaron llevando su cabeza atrás. Su espalda arqueada, y gemidos cada vez más altos. El sudor recorriendo el cuerpo de
Minjeong, gotas por su cuello y frente, una imagen tan linda para la mayor. No importaba que hacía, siempre resultaba encantadora para la pelinegra.

Incluso cuando se acababa de levantar y tenía saliva seca en sus labios, incluso ahora, que se estaba masturbando.

Llegó hasta el cajón de los condones, sacando uno con cuidado, y lo abrió con sumo cuidado, enrollándolo en toda su extensión. Estaba erecta y Minjeong ni la había tocado. Desabrochó su camisa, y caminó hasta la menor, tomándola de
las caderas para voltearla por completo, pero ella se negó.

—Tengo que besarte, por lo menos verte, leí que duele si es demasiado grande, y Jimin, tú ahí te cargas 25 cm, casi una regla. —Jimin asintió, separando las piernas de Minjeong y llevándose una a su hombro, haciéndola sonrojar. —Con cuidado.

Agarró el bote de lubricante y lo llevó a su
miembro, empapándolo del liquido, y después, fue metiendo la punta, sintiendo como las paredes de Minjeong la apretaban tanto que llega a asfixiar. Esperó a que los pequeños quejidos de Minjeong pararan, y fue metiendo más, lentamente. Leves centímetros más y divisó el hilo de
sangre caer de la zona de la menor. Jimin perdió la cuenta de cuántas veces trago saliva.

Iba a seguir metiéndose lento, hasta que un
grito de la menor la asustó, casi saliendo.

—¡Mételo todo de una vez, duele de puta madre!

—¡No tengo que meter todo si no quiero dañarte!

—¡Mételo todo, Jimin, métemelo todo ya. —La mayor tenía una paciencia muy limitada esos días, así que en una fuerte estocada logró meter hasta la mitad en Minjeong, haciéndola gemir alto, lo confundió con un quejido. Se apoyó en sus codos, viendo cómo el condón tenía varios hilos de sangre, y miró a la menor. —Ta-tarde o temprano iba a perder la virginidad, cállate y sigue metiéndolo.

Minjeong tenía razón, y Jimin agradeció su honestidad. Prefirió ser ella que otro idiota, más idiotas que ella misma.

Sujetó de las caderas a Minjeong, y volvió a meterlo en una estocada, hasta que algo la hizo topar.

Ahora eran una misma. Los ojos cerrados de
Minjeong con fuerza, sus cejas fruncidas, y lágrimas amenazando con salir. Jimin sujetó ese rostro y lo besó, esperando a que la menor se acostumbrara a su tamaño. No se movió, y la menor abrió sus ojos, viéndola atenta.

—Puedes moverte ya.

—¿Tan rápido? —Unas caricias en su nuca, y Jimin sacó hasta la punta, y volvió a meterse, de una manera lenta, suave. La besó, seguía sujetando su cintura, y sonrió en medio del beso. Volvió repetir la misma acción, y el gemido de Minjeong le indicó que ya no era dolor puro lo que sentía. Otra estocada suave, alborotando su corazón. En la habitación se escuchaba el ruido de sus
pieles chocando, la humedad de Minjeong, y los gemidos de ambas.

Jimin gimió al sentir la estrechez de Minjeong, y un pensamiento fugaz que llegó para quedarse. Estaban haciendo el amor. Según la mayor, estaban haciendo el amor de una manera cuidadosa, y en ese momento ya no pensó que era solo un intercambio o un polvo para que Minjeong bajara de peso y fuera feliz con alguien más, estaban haciendo el amor, ellas dos. Volvió
a besar esos labios que tanto le encantaban,
e involuntariamente sus movimientos
aumentaron de ritmo, haciendo a Minjeong gemir más alto.

Era felicidad pura en ese momento, sus
movimientos a velocidad media, los gemidos
de Minjeong, que comenzó a subir sus caderas a medida que completaban una estocada, y Jimin terminó una estocada meneando sus caderas, recordando que eso le había dicho la señora Park al momento de tener sexo en el baño.

Quería borrar eso de su mente para siempre.
Quería pensar que Minjeong fue su primera vez, y que ella fue la primera vez de Minjeong. Sus labios se dirigieron al cuello de la menor, comenzando a mordisquear y chupar de su piel, llevándose entre dientes para después soltarla, la menor cada vez gemía más fuerte.

Sus cuerpos llenos de sudor, sus gemidos
inundando la habitación, y el sonido de los
varios besos que compartían en cada estocada que hacían. La mano de la pelinegra bajó hasta su centro, buscando acariciar su clítoris, pero palpó algo que sobresalía de su vientre. Un bulto. Y recordó que por lo menos 20 centímetros estaban dentro de ella. Sus manos bajaron por completo a su zona, logrando su objetivo, y el placer se expandió por todo su cuerpo. La velocidad que Jimin estaba utilizando
era la perfecta, lo que metía y sacaba, y sus
dedos complaciendo su nervio, todo fue
perfecto para que ella alcanzara su orgasmo, y lo logró, arqueando su espalda cuando lo logró. Un gemido alto, y se corrió, empapando el miembro de la mayor con sus fluidos.

Una estocada más y después escuchó que
Jimin gimió fuerte, y maldecía en voz baja.
Otros gemidos, Minjeong que seguía retorciéndose y la mayor que se estaba recuperando de su orgasmo, saliendo de la menor.

El condón tenía fluidos y sangre, así que la
pelinegra se lo sacó con un papel y con cuidado. Lo enrolló en el papel, y lo tiró, haciéndola sonreír. Hizo el amor con Minjeong.

Sus pensamientos no pudieron llegar más lejos porque escuchó el sonido de una puerta y un
"¡Jeong, ya llegué!" De su madre.

𝖣𝗂𝖾𝗍 𝖮𝖿 𝖲𝖾𝗑 - 𝖶𝗂𝗇𝗋𝗂𝗇𝖺 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora