Capítulo 15: Comida

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Ambos pasearon por el mercadillo un rato, pero no se pararon en ningún lugar en concreto a inspeccionar lo que había. No les pareció lo suficientemente interesante. Paseando por la calle principal, lugar donde estaba el mercadillo, se percataron de varios edificios antiguos. Algunos eran de la era de la conquista musulmana por su arquitectura (techos abovedados y arcos en las puertas y ventanas). Otros tenían arquitectura gótica, aunque se les podía entre ver un dejo a la arquitectura musulmana. Es más, al fijarse mejor en todos los edificios, ya fuesen nuevos o antiguos, Kat se dio cuenta de que había muchos rastros de esta en todos los edificios.

Al llegar al final de la calle principal, frente a ellos, se encontraron con una rotonda enorme con el nombre de la ciudad en el centro y la escultura de un vaso de chufa, el fruto del que se obtiene la horchata.

Kat no pudo evitar soltar una risilla el pensar en la chufa.

—¿Por qué te ríes? —preguntó Eo confundido.

—Chufa es una forma de llamar al pene en valenciano.

—Ah... Tienes un humor de mierda.

—Aun soy joven. Aún me río al decir pene —acto seguido no pudo evitar soltar una risilla.

—Venga, continuemos —dijo Eo, risueño. Se le estaba contagiando la risilla boba de Kat.

Continuaron con su camino hacia el parque, el cual se encontraba a mano derecha. Este parecía un parque normal y corriente, como cualquiera que hubiesen visto en cualquier otra parte del mundo. Con sus zonas de plantas, sus caminos de piedra, alguna que otra fuente, una zona cerrada con columpios y toboganes para los niños y otra alejada y con una amplia zona despejada para los perros, bancos bajo los árboles y bares. Sin embargo, entre las plantas, había extrañas estatuas de mármol. Todas ellas eran esculturas de personas con cuerpos andróginos cubiertos con telas y en posturas que ocultaban cualquier parte del cuerpo que delatase su sexo.

Por curiosidad, Kat se adentró en la zona llena de plantas para quitar unas pocas de las piernas de una estatua que le había llamado la atención en particular por su mirada triste y su postura encorvada, cubriéndose casi completamente por la manta. Tenía la extraña necesidad de averiguar el significado de esta o la razón por la que estaba tan triste aquella estatua. Se agachó para quitar las ramas que se enrollaban en las piernas de aquella estatua en buscar cualquier tipo de inscripción. Era extraño ver como todas las plantas estaban bien cuidadas y recortadas. Ni una sola se salía de su lugar, a excepción de aquellas que se encontraban alrededor de las estatuas. A estas les permitían salirse de sus lugares y tocar las estatuas. Era tan extraño.

Estando a pocos centímetros de tocar las plantas para apartarlas, Kat sintió que alguien la observaba. Por alguna razón sintió pánico por esa mirada. ¿Quién la estaba mirando con tanta intensidad? Si sentía que estaba en peligro, no podía tratarse de un humano. El lugar estaba plagado de personas paseando y niños jugando. ¿Nadie se había dado cuenta del peligro? ¿Estaban todos en peligro? ¿Estaban todos igual de paralizados que ella?

Todo aquello había iniciado al acercarse a la estatua. En concreto, al agacharse bajo la estatua. Kat se centró y buscó un hechizo que le indicase la posición de aquellos que le quisiesen hacer daño, Mirada de Agila. Al realizarlo, este le indicó que el peligro se encontraba encima de ella. Esta mirar apareció cuando se agachó frente a la estatua, por lo que, si se alejaba, aquella mirada desaparecería. O eso esperaba.

Iba a alejarse lentamente, esperando que aquello que la estuviese observando atentamente no la atacase, pero su cuerpo no respondía. No era capaz de despegarse del suelo. Se estaba poniendo cada vez más nerviosa, aumentando así su ritmo cardíaco. Su cuerpo se estaba preparando inconscientemente para luchar.

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora