Capítulo 14: Sábado por la mañana

1 1 0
                                    

El resto de la semana hasta el sábado fue... distinta para Kat. Por primera vez en su vida, tenía una familia grande y amigos que veía todos los días. Por las mañanas iba a clase y pasaba el día con Leah, Rick y Kelly. La tarde la pasaba con su padre hasta que se hacían las siete, que volvía a la casa familiar. Por las noches ayudaba a sus tías y abuelas y jugaba con sus primas menores. Extrañamente para todas, Kat se adaptó bastante bien a su forma de vida.

Todas las tardes, sin falta, se las pasaba jugando con sus primas menores a polis y kakos. Esto era algo que sus primas adoraban, en especial la pequeña Sara.

Antes de darse cuenta, el sábado llegó. Un sábado soleado y con temperaturas ligeramente elevadas para aquella época del año. Su escasa ropa era de invierno, por lo que sufriría un calor abrasador. Pensó en que podría hacer. Podía tomar su moto e ir hasta la ciudad para comprarse algo más ligero y volver para dejar su ropa de abrigo. Pero esto le tomaría demasiado tiempo. Por otra parte, tenía a sus primas mayores. Ellas no tenían su misma talla, pero una camiseta vieja no debía por qué ser un problema para cualquiera ellas.

Caminó por los pasillos de la casa en busca de cualquier familiar, encontrándose con María José. Ella llevaba un top y unos pantalones ajustados. Kat sonrió al verla pasar. Su talla era exactamente la misma y, por lo visto, disfrutaba de llevar poca ropa. Era perfecta para pedirle prestado algo que ponerse aquel día, incluso, por cómo cuidaba su imagen, le podría dar algún consejo para verse mejor.

Kat se acercó decidida y alegre hacia María José. Esta vio extrañado como se acercaba su prima menor, algo extraño, pues en aquellos días que llevaban juntas nuca habían tenido una interacción personal.

—Hola, Majo.

—Hola, Kat.

—¿Cómo llevas la mañana? ¿Mucho trabajo de la universidad?

—Un poco, pero no te preocupes, tengo tiempo para mis primitas. ¿Qué necesitas?

—Que me prestes una camiseta de manga corta o algo así para salir hoy.

—¿Salir? ¿A dónde? ¿Con un chico? —preguntó María José, sugerente—. La pequeña Katty tiene una cita —canturreó divertida—. Cuéntame, ¿quién es?

—No es una cita. Solo he quedado con un amigo para explorar la ciudad porque los dos somos de afuera y estamos un poco perdidos.

—Vale, no es una cita —dijo en un tono sarcástico—. Pero de quien se trata.

—Eo, el conductor del autobús.

—Hui, a ese no lo conozco. Tendré que comenzar a ir en autobús —ambas comenzaron a reír por el comentario—. Venga, vayamos a mi habitación, te voy a poner guapa para tu no cita.

Fueron a la habitación de Majo. Una tan amplia como la de Kat y con una habitación adjunta que usaba como armario. Majo entró arrastrando a Kat y comenzó a sacar ropa de las perchas para que esta se las probase. Si no fuese porque le daba vergüenza desnudarse en frente a un familiar al que apenas conocía sin estar en un contexto especial (como un vestuario), se hubiese probado la ropa en aquel mismo lugar. Por ello, fue al baño a cambiarse.

Tardaron varios intentos en encontrar algo que le gustase a ambas, puesto que a Kat le importaba mucho llevar ropa oscura y la ropa de Majo era colorida en su mayoría. Al final encontraron un conjunto aceptable para ambas. Kat se puso unos vaqueros negros, unas deportivas negras, y un top rojo vino que tenía un tirante en un solo hombro. Por si tenía frio en algún momento, o sentía frio, también le prestó una camisa de cuadros negra y roja. Además, le recogió el cabello en un par de trenzas.

—Así ya puedes ir a tu no cita.

—No es una cita, pero cuando si vaya a tener una vendré a verte —dijo Kat antes de marcharse de la habitación de Majo para tomar su bolsa y las llaves de su moto e ir a la Plaza del Ayuntamiento de Orxata, el lugar donde había quedado con Eo.

Habían quedado a las doce, pero Kat había acudido un cuarto de hora antes para buscar aparcamiento. Sabía que había aparcamientos exclusivos para motocicletas en las plazas y algunas calles, sin embargo, al ser sábado habría más gente en la ciudad. Sobre todo en el centro de la ciudad. Esto era debido a que había mercadillo. Kat tenía curiosidad por ver un mercadillo de allí. Había visto varios tipos de mercadillo en su viaje por varios países, cada uno de ellos distinto al anterior.

A pesar de ser sábado, encontró fácilmente aparcamiento. Fue a la primera y justamente en la plaza del Ayuntamiento. Por probar había ido allí primero, encontrándose los aparcamientos para motocicletas completamente vacíos. Por lo visto, pocas personas se habían dirigido a la plaza del Ayuntamiento ese día. Pero, únicamente se trataba del aparcamiento en la plaza. Este hecho hizo sospechar a Kat de que algo no fuese bien, que, por la cantidad de gente que se reunía en la plaza y las calles principales a su alrededor para comprar en el mercadillo, también se reuniesen ladrones. Temía que la razón por la que nadie aparcaba allí era porque le fuesen a robar la moto. Así que, para poder pasar el día con tranquilidad, hizo un pequeño hechizo para encantar temporalmente su moto y que todo aquel que la tocase más de cinco segundos se cagase.

Tardó unos diez minutos en realizar el hechizo, en los cuales se tuvo que mantener en contacto con su moto para realizarlo. Para evitar que alguien sospechase de ella por estar quieta sobre su moto sin apenas moverse, se puso a mirar Instagram.

Al terminar, se bajó y se fue a mirar alguna parada en la plaza mientras esperaba a Eo. La mayoría de paradas eran de ropa o zapatos. Las pocas que no eran de ropa, eran artesanales. Estas eran bastante más interesantes. Kat se compró fruta confitada. Mientras se la comía, a lo lejos, observó como Eo se acercaba alegremente. Le resultó un poco extraño verlo con ropa normal en vez de su uniforme. Él llevaba vaqueros y una camiseta roja de manga corta holgada.

—Hola, ¿quieres que paseemos por el mercado primero? —preguntó Eo al llegar.

—Vale.

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora