Capítulo 5

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. !Alfa x Nicholas!Alfa x Kei!Omega

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Sálvame, porque no puedo tener control sobre mí. No puedo...
       
Nicholas no sabía que Kei era tan bueno con la boca.
                 
Jadeó al sentir la cavidad húmeda del chico rodeando su miembro, y bajó la vista, chocando con los ojos dispares del menor, que lamía toda su longitud con una lasciva, enorme sonrisa.
                  
Estaba acostado en su cama, el muchacho entre sus piernas, totalmente desnudo, y Kei volvió a meter la polla en su boca con un aguado sonido morboso.
                  
Jadeó otra vez cuando la mano del omega subió y bajó junto con su boca.
                  
—Ke-Kei... —gimió, el omega alejándose, con la saliva escurriendo por su barbilla.
                 
—¿No te gusta, Nicholas? —ronroneó, ahora sólo lamiendo la punta de su miembro, sin dejar de mirarlo, sus ojos nublados por el placer.
                  
El rubio mordió su labio inferior, respirando aceleradamente, y notó que Kei estaba penetrándose con sus dedos, con sus mejillas ruborizadas y haciendo bajos sonidos obscenos.
                  
Mierda. Mierda. ¿Desde cuándo Kei podía ser tan caliente?
                  
—Date... vuelta... —gruñó, y la sonrisa del omega se acentuó más, obedeciendo con rapidez para satisfacer a su alfa.
                  
Aquel pensamiento lo calentó más de lo que ya estaba.
                  
Su alfa. Mío. Mi omega.
                  
Notó que Kei se giró sin quitar la mano de su interior y Nicholas gruñó en advertencia. El de cabello café simplemente soltó una risilla, quitando sus dedos y volviendo a atender el miembro de Nicholas con su boca. El alfa no lo dudó ni un poco: lo penetró con tres dedos, que se deslizaron fuertemente en el interior de Kei, y el chico movió sus caderas en señal de querer más.
                  
Cuando lo iba a tirar sobre la cama para marcarlo, despertó.
                  
Abrió los ojos, jadeando, sudado, con un serio problema en su pantalón.
                  
Tragó saliva, completamente incrédulo y sin poder comprender un poco lo que estaba pasando. Qué significaba lo que acababa de ocurrir, el por qué Kei estuvo en su sueño.
                  
Por qué se excitó como si tuviera quince años.
                  
Se puso de pie, tambaleante, tratando de no hacer ruido alguno, y fue al baño para humedecer su rostro. Se forzó a buscar alguna solución para ese problema allí abajo.
                  
Mojó su cara, mirando el reflejo en el espejo, y su mente lo traicionó por completo.
                  
Volvió a imaginarse a Kei de rodillas frente a él, usando su boca, gimoteando en voz baja.
                                                  
Esa erección no iba a desaparecer así como así, lo sabía.

Maldiciendo por lo bajo, volvió a su cama mientras se quitaba los pantalones del pijama.

Iba a tener que apurarse pronto con esa maldita apuesta o, muy probablemente, seguiría teniendo sueños como ese. Acostarse con Kei o descargarse con alguna beta. No, tenía que ser Kei. Lo sabía muy bien.

Tomando aire, comenzó a mover su mano para arreglar su problema entre las piernas.

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Kei estaba sentado en el suelo, mirando la televisión, ignorando los morbosos sonidos que hacía su mamá al besar a Yasahiro, y trató de ignorar también ese molestoso pie que golpeaba su espalda constantemente.

Recordándole quién tenía el poder allí.

Abrazó sus piernas, queriendo huir a su habitación, pero no quería parecer grosero.

Monocromía [Nicholas, Fuma, K]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora