Capítulo 17

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Fuma!Alfa x Nicholas!Alfa x Kei!Omega

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Gracias por hacer esto por mí. Por ayudarme a volar.

La madre de Nicholas fue mucho más cruel, más que la madre de Fuma

La madre de Nicholas fue mucho más cruel, más que la madre de Fuma. Kei se preguntaba cómo podían herirlo más de lo que ya había sido, sin embargo, tampoco era algo que ya le sorprendía.

—¡Oh, Hana me lo dijo! —habló ella, sonriendo como si no estuviera a punto de decir algo terrible—. Cariño, al parecer tu hijo y su mejor amigo han decidido acoger a una prostituta en su hogar.

Kei sintió que perdía el color enseguida del rostro, tan sorprendido por las palabras que acababa de recibir. ¿Qué... qué dijo ella? ¿Una...?

Ni siquiera pudo ser capaz de reaccionar, aturdido y tratando de procesar la dureza en la voz, y el hombre (que debía ser el padre de Nicholas, se parecían en el porte y la mirada atractiva), le echó un vistazo.

—No parece una prostituta —comentó el adulto, indiferente—, así, con esas ropas, hasta puede pasar por un omega de primera categoría, Tara.

Hablaban de él como si no estuviera allí, como si no fuera capaz de oírlos. O, peor, como si fuera tan estúpido como para no entender lo que le decían. Como si fuera un objeto inerte y sin emociones, acostumbrado a recibir ese trato.

—¿Qué mierda dicen? —la voz de Nicholas lo sacó de su shock, volteándose a verlo—. ¡¿Quién mierda se creen para hablarle así?!

El rugido que pegó el alfa lo sobresaltó en su lugar, y fue peor cuando sus padres lo vieron, también sorprendidos por la reacción de su hijo. De pronto, fue consciente de otra cosa: la gente a su alrededor. No todos, pero varias personas parecían atentas a lo que ocurría ahí, en esa mesa, y vio a lo lejos a las dos omegas que antes cuchichearon en el baño. Ambas observaban la situación con interés y una pizca de maldad en sus ojos.

Fuma, a su lado, se puso de pie y las sacó de su vista. El alfa más bajo le agarró la mano.

—Está bien —le susurró Fuma, y tiró de él. Kei no tuvo más que ponerse de pie—, vámonos lejos de aquí.

—¿Qué quienes nos creemos? —escuchó decir a la mujer, indignada—. ¡Tus padres! Traer a semejante omega a un lugar como este, ¡nos dejas en ridículo! Si quieren tenerlo como su perra personal, ¡que sea en privado y no en público!

—Tu madre tiene razón —respondió el padre del alfa, frío—. Por último, si lo querrás tener como omega, que sea el tercero o el cuarto. Omegas como esos no merecen nuestro apellido.

—¡Pueden joderse! —Kei se volteó a ver a Nicholas mientras era arrastrado por Fuma a través de las personas. El alfa se veía enfurecido, enojado, fuera de sí—. ¡Si lo tomaré como primero, es decisión mía y de nadie más!

El omega abrió la boca, pero en ese momento, se dio cuenta de que estaba llorando. El salado sabor de las lágrimas inundó su boca en un santiamén, y al probarse, fue como si toda la situación lo golpeara: en medio de una cena, en público, siendo humillado por dos desconocidos.

Él nunca sería digno de ellos a los ojos de esas personas. Él nunca sería suficiente, ni para Nicholas ni para Fuma. Sus padres jamás lo aceptarían, jamás sería recibido dentro de esa familia y, tarde o temprano, ellos se darían cuenta de eso. Y ese sería el final.

—Fuma-san —susurró, y sorbió por su nariz.

Fuma sólo tiró de él, llevándolo hacia el estacionamiento y subiéndolo al auto. Kei pensó que se irían enseguida, pero el alfa sólo lo sentó en los asientos traseros, y se acomodó a su lado.

Monocromía [Nicholas, Fuma, K]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora