Blitzø tenía que admitirlo, el azul oscuro le sentaba muy bien. La gabardina y los pantalones a rayas se ajustaban perfectamente a su figura, y las líneas turquesas eran tan finas que casi parecían blancas debido al contraste. Su camisa blanca de cuello alto permanecía en su lugar gracias a su gargantilla, y la gabardina tenía suficientes bolsillos para ocultar diversas armas y municiones. Aunque prefería las botas, tenía que reconocer que los zapatos de vestir azul oscuro eran sorprendentemente cómodos, y como parte de su uniforme, no importaba cuántos pares arruinara, siempre tendría otros nuevos.
Él acarició la marca azul oscura que una vez fue negra en su frente, como un enorme blanco para todos los enemigos de Vox. Justo en el centro de su frente. Una bala podía significar el final de su vida. Así de fácil y así de simple. Blitzø esbozó una sonrisa mientras pensaba en su historial: dos años en el trabajo y nadie había estado remotamente cerca de herirlo.
Era un trabajo duro, pero los beneficios eran enormes. Lo mejor de todo era que Vox estaba tan ocupado que rara vez se metía en sus asuntos. Siempre y cuando le pagaran por matar y proteger al Overlord del Entretenimiento, él estaba contento con los beneficios que venían de trabajar para alguien adicto a su oficio y que apenas veía la luz del día cuando lo llevaban a algún estudio de grabación o a alguna otra obligación.
Las puertas del ascensor se abrieron y Blitzø se dirigió hacia el largo escritorio que ocupaba el centro del lugar. Detrás de este se encontraban enormes puertas que conducían a la oficina de Vox, mientras que el resto eran salas de reuniones o la cocina privada para el uso exclusivo de ese piso. En la recepción estaba Felix, el asistente personal de Vox y un pecador de pocas palabras. Siempre se le haría curioso que después de morir, los cuerpos de los humanos sufrían transformaciones para reflejar sus pecados o la naturaleza que los llevó allí. En más de una ocasión él había matado a un humano y luego no lo había podido reconocer en el Infierno. En el caso de Felix, era bastante apropiado que su rostro fuera una máscara blanca con una perpetua sonrisa tallada en su forma. Él no sabía cuántas había jodido con sus habilidades de hacker antes de terminar ahí, pero eran las suficientes para tener el trabajo que tenía. A pesar de su apariencia aterradora, Blitzø había aprendido a convivir con él. Felix había muerto a los diecinueve años, y era fácil recordarlo cuando lo veía decorar su escritorio y accesorios en honor a algún nuevo personaje de algún fandom que estuviera consumiendo.
Últimamente, uno de los constantes de Felix era un superhéroe con traje ajustado y un sentido del humor burlón, que salvaba a la gente y tenía los intereses románticos más inesperados que Blitzø hubiera visto jamás.
Felix levantó la mirada de su trabajo y ladeó la cabeza con interés de cómo le había ido. El flequillo negro cayó hacia un costado como cortina aterradora en una atracción de espantos y fantasmas.
— Para alguien que tiene un territorio virtual, hay muchos bastardos interesados en fastidiar a Vox —comentó Blitzø mientras se subía a una de las sillas con ruedas y se deslizaba hacia la mesa de Felix—. Uno de esos idiotas tenía esto... —y le lanzó un llavero con la insignia del antihéroe parlanchín que todos parecían asociar con el amigable héroe que tanto le gustaba al pecador.
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Virtue and Vice
FanfictionCuando Lucifer otorgó la posibilidad de pactos entre demonios y pecadores, obligó a los Overlords a servir como ejemplo. Desde entonces las mareas de cambio se extendieron. Y de repente, la hostilidad de la ciudad comenzó a disminuir. Pero la redenc...