La vida, o mejor dicho, el Infierno, era un magnífico escenario, y no había duda de que algunos habían nacido para dar un gran espectáculo.
— Mi querido público, no hay lugar a duda de por qué en las antiguas leyendas cuando se hablaban de imps se podían estar refiriéndose a las hadas. ¡Qué gracia! ¡Qué agilidad! Si ustedes pudiesen verla, cayendo con su espada, tres veces más grande que ella... ¡Oh! Y cortando en la mitad a sus oponentes ¡Traigan sus paraguas! —Alastor anunció cerca de su micrófono, bajando la voz lo suficiente para que pareciera que contaba un pequeño secreto—. Porque al este de la zona comercial de esta decadente ciudad está lloviendo sangre.
Millie contuvo su risa ante su reporte tan elocuente. Pero Alastor no estaba mintiendo, había una gracia digna del escenario en la forma en que ella ejercía su arte. El último condenado intentó huir de ella, aprovechando el momento de júbilo para escapar, pero el formidable instinto de caza de Millie la alertó mucho antes de que Alastor le dijera algo, y ella soltó su espada, la cual cayó en su sombra, desapareciendo a la vista del público, y ella corrió hacia su presa. La pequeña imp saltó sobre los bancos en las veredas y se lanzó hacia los árboles, ganando velocidad desde el terreno alto.
— ¡Pies ligeros! ¡Es una pluma en el viento! La manera en que esta hada roja no requiere alas para volar es ¡Impresionante! ¡Magnífico! Pero no olviden algo, mis queridos radioyentes... —Alastor desapareció de su lugar y reapareció frente al último pecador vivo, deteniéndolo en seco—. No se trata de cualquier dama, ni de cualquier imp. Ella... —Alastor ladeó la cabeza y señaló al suelo. El hombre miró aterrado a sus pies, encontrándose solo con el piso de concreto y la sombra que formaba su cuerpo estático a esa hora del día, alargándose ligeramente hacia el frente—. Esta hada roja, en realidad es una feliz fée Unseelie. —Alastor se rio de su propio chiste contra el micrófono, a la par que dos pequeñas manos aparecieron de las sombras y jalaron al pecador dentro de las sombras—. Ella merodea en la oscuridad y... —Desde las sombras explotó un cañón de puro carmesí hacia el cielo, precipitándose de regreso—. ...hace que llueva sangre.
Alastor sacó su lengua, como cuando era niño e iniciaban las lluvias de verano, cálidas y pesadas en el clima húmedo de Nueva Orleans. Millie emergió de las sombras como si saliera de un lago nocturno. Todo su cuerpo estaba bañado en sangre y una grata sonrisa pintaba su adorable rostro. Alastor chasqueó los dedos, y su sombra apareció, ofreciendo su mano a Millie, y esta la tomó hasta que estuvo del todo en pie. Como siempre, la pequeña imp agradeció a su contraparte de sombras y luego a él. Millie escurrió su cabello negro, y pesadas gotas en proceso de coagulación mancharon más el suelo si es que eso era posible.
— ¿Feliz fée Unseelie? —Ella preguntó intentando limpiarse la cara.
Alastor chasqueó los dedos, y cualquier rastro de la diversión que habían estado teniendo desapareció completamente y volvieron a lucir sus mejores atuendos. ¿Qué tipo de caballero sería él si permitiera que una dama anduviese por las calles completamente empapada de vísceras y sangre? Millie le sonrió, radiante y sincera, por lo cual él inclinó su cabeza y comenzó a caminar con ella.
Además, Rosie le había confeccionado el bonito enterizo color vino tinto que llevaba Millie. Un tipo de compromiso entre su estilo personal y el que la pequeña imp requería para acompañarlo en sus pequeñas incursiones en la ciudad. La prenda era ajustada sobre la cintura, sin mangas y con tres botones dorados debajo del escote. Si Millie no estaba saltando por los aires o peleando, el enterizo parecía un largo vestido con una falda bombacha pero en realidad era un cómodo pantalón. Y, algo que él siempre recalcaba porque Millie lo había hecho con júbilo el primer día que se puso el atuendo ¡Este tenía bolsillos! ¡Grandes bolsillos! Era una prenda práctica que no merecía ensuciarse con la escoria infernal.
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Virtue and Vice
FanfictionCuando Lucifer otorgó la posibilidad de pactos entre demonios y pecadores, obligó a los Overlords a servir como ejemplo. Desde entonces las mareas de cambio se extendieron. Y de repente, la hostilidad de la ciudad comenzó a disminuir. Pero la redenc...