Moxxie no entendía en absoluto la obsesión de Angel por Vox. Eran polos opuestos en todos los sentidos. Pero, además, ¿cómo podía Angel estar tan cómodo con alguien tan obsesionado en su trabajo? A Moxxie eso le generaba incomodidad, le recordaba a sus días cuando trabajaba para su padre. Después de todo, un monopolio capitalista y la mafia eran básicamente lo mismo. Sistemas corruptos que controlaban el mercado, las personas y el poder. Sin embargo, allí estaba Angel, vistiéndose con sus mejores galas y corriendo en ayuda de Vox porque, de alguna manera ingenua, se sentía especial cuando estaba con el Overlord del Entretenimiento.
Solo esperaba que no fuera una trampa.
Lo que jamás habría imaginado era que tendría que acampar en VoxTek durante días sin rastro de Angel desde que se encerró en la oficina de Vox. Al menos Blitzø había sido lo suficientemente considerado como para llevar al joven asistente del Demonio de la TV y a Moxxie a otro piso, cerrando la zona por completo. Francamente era algo que Moxxie apreciaba, porque no se sentía preparado, ni física ni mentalmente, para ver a alguien a quien consideraba un hermano, como lo era a Angel, en una situación comprometedora. Y, según lo poco que sabía, Felix, el asistente de Vox, era joven y no debería estar expuesto a ese tipo de cosas.
Por otro lugar, lo que no dejaba de rondar en su mente como si hubiese descubierto una criatura que se creía extinta, era que jamás habría imaginado que alguien tan extravagante y vulgar como Blitzø tendría un lado protector y ante el momento de confusión, asumiese naturalmente la responsabilidad sobre el grupo. Pero Mox tenía que darle crédito; Blitzø estaba pendiente de que Felix y él descansaran, de que sus respectivos Overlords estuvieran bien alimentados y hacía todas las partes incómodas de eso último, como ir a la oficina de Vox y confirmar que siguieran vivos e hidratados. Moxxie sospechaba que Blitzø apenas había dormido, ocupándose de vigilar las cámaras de seguridad tanto del edificio como de toda la ciudad.
— ¡Bueno! —Blitzø exclamó de repente, apartándose de las pantallas con una sonrisa peligrosa—. Gracias a Felix, logramos retrasar los rumores tanto como pudimos, pero ha llegado el momento. —Señaló hacia una de las pantallas por encima de su hombro y su gesto se volvió casi maniático—. Es hora de proteger el nidito de amor de esos dos.
Moxxie sintió cómo su mandíbula se aflojaba. Blitzø estaba loco. Completamente loco. A través de las cámaras, podía ver a cientos de pecadores acercándose al edificio. Pero en lugar de entrar en pánico o llamar refuerzos, Blitzø estaba preparando su armamento como si fuese un día cualquiera en la galería de tiro. Felix simplemente observó las cámaras y ejecutó algún tipo de comando en su computadora.
«Atención. Atención a todo el personal. Esto no es un simulacro.» Una voz femenina resonó en todo el edificio. «Atención. Atención a todo el personal. Se ha detectado un ataque inminente. Sigan el protocolo 14B. Repito. Esto no es un simulacro. Se ha detectado un ataque inminente. Mantengan la calma y sigan los protocolos.»
Moxxie observó cómo, a través de las cámaras que mostraban los diferentes pisos de VoxTek, todo el personal abandonaba sus puestos y se dirigía a pequeños ascensores ocultos tras máquinas expendedoras. Desde el personal de limpieza hasta los altos ejecutivos, todos seguían lo que debía ser el protocolo 14B en total sincronización.
Sin más que agregar, Felix los miró y luego a la máquina expendedora de ese piso, pero cuando ninguno de ellos se movió, él solo se encogió de hombros y retomó su trabajo.
— Bien, voy al techo, ustedes quédense aquí, —dijo Blitzø guiñándole un ojo a Moxxie y cargándose con una bolsa llena de armamento sobre el hombro.
— ¡Espera! —Él se puso de pie de un salto—. Voy contigo.
— Sin ofender Mox, pero ¿qué vas a hacer? ¿Un baile de distracción? —se burló Blitzø, girándose hacia la oficina—. Gracias, pero no.
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Virtue and Vice
FanfictionCuando Lucifer otorgó la posibilidad de pactos entre demonios y pecadores, obligó a los Overlords a servir como ejemplo. Desde entonces las mareas de cambio se extendieron. Y de repente, la hostilidad de la ciudad comenzó a disminuir. Pero la redenc...