—¡Solo una cosa! ¡Solo te estoy pidiendo una puta cosa!— Grité desesperada caminando por aquella sala completamente iluminada acercándome cada vez más a ese trono blanco. Estaba furiosa.
—Estas pidiendo algo imposible para mi, niña.— Aquel hombre de ojos azules y abundante barba me miraba despreocupado, hasta parecía un gesto burlón. —¿Por que no puedes ser normal y pedirme un perrito o un auto deportivo?
—Ya te dije lo que quiero.
—Ya te dije que no lo haré. Ahora... ¿Quieres un perro salchicha o un husky?
—¡Que ya te dije lo que quiero!.— Volví a remarcar, esta vez gritando. Una corriente recorrió mi cuerpo, mis ojos se iluminaron en un intenso color ámbar y lo vi pararse de su asiento con un gesto furioso.
—¡Compórtate como una persona común y corriente y acepta el maldito regalo de cumpleaños, Jules!— Ahora sus ojos brillaban con una intensa luz azul. Su grito me hizo perder un poco de fuerza haciendo que me tranquilizara involuntariamente de un momento a otro, las paredes temblaron y el par de ángeles que resguardaban la puerta de aquel salón miraban con miedo aquella escena. ¿Como podría ganarle a Dios?
—No soy un humano común y corriente...— Suspiré con cansancio, a lo que el hombre rodó los ojos volviendo a sentarse también más calmado.
—¿Y entonces para que me necesitas?— Apretó el puente de su nariz, su voz cambio y después su mirada se fijó en mi. —¿Por que es tan difícil para ti entender eso? Has venido a mí más de diez veces pidiendo la misma puta cosa. ¿No entiendes quien eres?— Lo miré furiosa nuevamente, mis ojos estaban llenos de lagrimas, sentía como mi mandíbula se apretaba. —Si tan solo tuvieras la mitad de la confianza que tenía tu padre...
—Él no era bueno...
—Oh, claro que no, pero era poderoso. ¿Y que puedo decir? Es mi hijo, obviamente era poderoso. Y tú... mi amada nieta, lo puedes ser también.— Se levantó para caminar por el salón mientras movía sus manos eufóricamente mientras hablaba. —¡Por favor, ten más confianza en ti!
—No te entiendo por que me hablas de confianza, Chuck.
—Está bien, mira... como regalo te daré una pista de lo que hablo. Por favor descúbrelo tu misma, así podrás traer frente a ti a Los Winchester. Te daré el regalo del conocimiento... y el perrito también, solo por que ya lo tenía preparado, no pensé que tu deseo de regalo sería más ambicioso. En fin... lo que trato de decir es que quiero que saques todo ese poder, yo se lo que eres capaz de hacer, solo intenta enfocarte.— Hizo una mueca graciosa mientras se encogía de hombros y sonreía. —Feliz cumpleaños, Jules. Y por favor ya no no me llames por un buen rato, necesito unas largas vacaciones.— Gruñó, haciendo énfasis en la palabra "largas".
No me dio tiempo de decir nada más, chasqueó los dedos y en menos de un parpadeo estaba en un sitio diferente tirada en el suelo. Era un lugar cerrado, estaba oscuro, exceptuando unas luces rojas parpadeando por toda la habitación. ¿Que era esté sitio?. Busqué rápidamente un interruptor para arreglar el problema con la iluminación aunque no fue tan fácil como esperaba. Al encender las luces pude apreciar bien aquel lugar, era como una enorme biblioteca, había una enorme mesa con lámparas al centro, mapas y estanterías con filas y filas de libros, había pergaminos, cajas viejas de madera, globos terráqueos y mucho polvo. Me tomaría un buen rato investigar aquel sitio y descubrir por que mi abuelo me había dejado ahí.
2 años después:
*Narra Dean*
Mi cuerpo dejó de sentir el frío del ambiente después de correr varios kilómetros huyendo de aquellas criaturas. Mi arma ya no tenía balas, el auto con nuestra munición estaba para el lado contrario y no podría atravesar una manada completa de hombres lobo para llegar hasta allá. Estaba completamente jodido.
Había perdido a Sam entre los árboles, estaba seguro que iba detrás de él cuando de repente escuché un grito a lo lejos proveniente de su voz. Me detuve en seco girando sobre mis pies tratando de adivinar en qué dirección había venido. Mi corazón estaba agitado a mil por hora de tanto correr y ahora del miedo por perder a mi hermano.—¡Sam!— Grité lo más fuerte que pude esperando respuesta, pero nada. Por lo menos otro grito y así sabría a dónde correr. —¡Sammy!
Mis gritos fueron en vano ya que no hubo respuesta alguna de mi hermano menor. Lo perdí. Y confirme eso al escuchar unos aullidos cerca de mi.
Mi corazón se partió de manera tan estruendosa en mi pecho que por un segundo mi mirada se nubló y mis oídos dejaron de escuchar.
La manada enfurecida se acercó a mi, aquellos hombres con colmillos me miraron victoriosos acercándose cada vez más. Ya no me importaba morir, de hecho prefería hacerlo, ya me habían quitado a la única razón por la cual seguía con vida.
Tire mi pistola al suelo en señal de rendición y cerré los ojos en espera del primer golpe, solo pude escuchar como se burlaban y emprendían carrera hacia mi con velocidad. Después hubo silencio.De la nada el sonido de un trueno y una luz dorada me hicieron abrir los ojos de golpe. No estaba en el bosque, ahora estaba en una habitación cerrada sentado en el suelo, podía distinguir figuras borrosas a mi lado, eran varias personas que hablaban entre ellos de algo que para mi era inaudible ya que seguía muy aturdido por aquel suceso. Estaba muy mareado. Pasaron muchos segundos hasta que por fin pude ver y escuchar con claridad. El chico de cabello negro y rasgos asiáticos se acercó poniéndose en cuclillas frente a mi como cerciorándose de que estuviera bien.
—¿Kevin?— Expresé sorprendido. ¿Que demonios hacía él ahí? Yo presencié su muerte, no podía ser él. ¿A caso sería su fantasma? ¿Yo estaba muerto ya?
—Hola Dean, ¿que tal el viaje?— Sonrió y luego de unos segundos se puso de pie dándome la mano para levantarme. Dudé unos segundos para tomar su mano pero al final terminé haciéndolo. Definitivamente no era un fantasma.
Gire para ver a las otras personas y el lugar en dónde estaba. Era el búnker.Estaba congelado, frente a mi estaba Castiel, Gabriel, ¿Jo? ¿En serio era ella? y después estaba otra chica a la que no conocía. Todos mirándome atentamente.
—Dean...— Pude notar la mirada triste de Castiel al ver que la chica desconocida intentó caminar hacia mi, pero el la detuvo poniendo una mano en su hombro.
—No es nuestro Winchester, por favor ten cuidado.— Habló serio mientras me escaneaba de arriba a abajo. ¿A que se refería con eso?
Solo agachó la mirada y dio un paso atrás.
—¿Creen que podrían explicarme que está pasando aquí? No entiendo nada de esto. Primero Kevin, luego Gabriel y Jo...¿Que demonios es esto? ¿Estoy muerto?— Pude ver cómo la chica desconocida soltaba una risa amarga.
—No estás muerto, grandulón, digamos que es un pequeño paseo. Pronto regresarás a casa.— Contestó Kevin de manera simple.
—Por favor, siéntense cómodos mientras pasa todo esto.— Habló por fin la chica poniéndose más firme después de soltar un suspiro, como si tomara aire para después actuar ruda, pero pude notar una expresión melancólica, parecía cansada. No sabía quién era pero algo dolió dentro de mí al ver aquella mirada tan triste.
—¿Quien eres tú?— Solté la pregunta sin pensarlo.
—Soy Jules...— Algo me decía que no quería dar más detalles. —Tu hermano llegó algo lastimado también ¿que demonios estaban haciendo antes de llegar?
—¿Sam esta aquí también?— Mis ojos se abrieron al escuchar eso. La chica asintió y sonrió un poco, podía ver lo tierna que era al sonreír aunque su expresión seguía algo cabizbaja. —Necesito verlo...
La chica se hizo a un lado con una seña amable dándome paso hacia la puerta, pude notar una vez que salí que estábamos en el búnker. No entendía que estaba pasando.

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Lucifer's daughter [Dean Winchester - Supernatural]
FanfictionTras intentar varias de veces traer a los hermanos Winchester correctos, un portal hace que dos completos extraños lleguen al búnker de Jules y se queden atrapados en esa dimensión. Los nuevos Sam y Dean llegarían para cambiar el rumbo de la vida de...