13. Anillos

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—No parece como si algo hubiera cambiado, Sam...— Dije mientras observaba a aquel rubio en el sofá, ya no seguía dormido pero seguía sentado respetando la indicación que le había dado horas antes de quedarse en aquel asiento. Los ojos verdes del chico me seguían atentamente y sonreía cada que podía, ya no era lindo tenerlo perdidamente enamorado de mi, era escalofriante.

—Quizá leímos mal algún párrafo, deberíamos volver a intentar.— Hojeaba sus apuntes y el libro abierto en la mesa de centro donde teníamos algunos símbolos pintados, ingredientes para brujería y un poco de sangre del mismo Dean.

—O faltó algo, deberíamos leer los ingredientes otra vez, no podemos saltarnos nada.

Ya faltaba poco para que amaneciera y nosotros seguimos intentando conjurar el hechizo para liberar al mayor de los Winchester, posiblemente nuestro mismo cansancio hacía que entorpeciera el conjuro y por eso no podíamos llevarlo a cabo, o simplemente era imposible liberar a Dean de mi magia con ese tipo de hechicería.
De cualquier manera lo intentamos un par de veces más y nada pasó, yo quería llorar del estrés de ver cómo eso se había ido de mis manos, jamás había sido mi intención y ahora tenía a alguien que quería perdido en mi magia. Había roto también mi juramento de jamás usarla contra ellos, ahora había manipulado a ambos Dean y mi cabeza no podía con la culpa.

Tomamos un descanso mientras Sam volvía a aquel libro de magia blanca, yo seguía en el suelo de la sala viendo cómo el castaño se esforzaba en seguir leyendo y como el rubio sentado en el sofá seguía viéndome como si fuera algo hermoso.

—Deja de hacerlo.— Le dije mientras abrazaba mis piernas pegándolas a mi pecho.

—¿Hacer que?— preguntó el rubio con una sonrisa, parecía estar ebrio.

¿Había posibilidad de embriagarse con magia?

—Verme de esa manera, Dean, estás asustándome.

Lucifer tenía razón, era demasiado egoísta de mi parte, debí rendirme y seguir mi vida sin Dean, quizá nada de esto hubiera pasado si me hubiera resignado como mi abuelo quería desde un principio...

—Es que no puedo evitarlo, simplemente no quiero dejar de verte, cada segundo descubro que eres más y más hermosa. Es increíble...— Hablaba con un tono ridículamente amoroso. —Si pudiera levantarme estaría besándote ahora mismo. Pero ahora solo me dedicaré a apreciarte e imaginar lo perfecto que sería acariciar tu cabello...

—No quiero que lo hagas, Dean.— un puchero se formó en mi cara después de escucharlo —Por favor vuelve a la normalidad, vuelve a ser tú...— Le dije, fue ahí donde una idea loca cruzó por mi cabeza y chasqueé los dedos.

Sam se giró a vernos en cuanto escuchó eso, su hermano ahora apretaba los ojos y los tallaba quejándose un poco como cuando acabas de levantarte.

¿De verdad había funcionado?

Levantó su rostro y nos miró confundido para luego acomodarse cómodamente en el sofá. Si, había funcionado.

—¿Que me miran? ¿Tengo monos en la cara?— bufó el mayor mientras estiraba sus brazos hacia arriba y bostezaba.— Me siento agotado... ¿A caso me golpearon? Me duele todo el cuerpo.— Preguntó muy confundido. Sam ni siquiera se molestó en responderle cuando se levantó de sus silla casi brincando de la felicidad, cosa que también hice, ahora estábamos celebrando como tontos en aquella sala ante la mirada confundida de aquel rubio grandote.

—¡Era así de simple!— Expresé agitando mis manos mientras Sam me observaba con una enorme sonrisa. —Nos merecemos un descanso.

—Buena idea, ya me duele la cabeza.—respondió el alto mientras que el rubio nos miraba con demasiada confusión.

Lucifer's daughter [Dean Winchester - Supernatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora