Compartir II.

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Miro a todos lados, era un departamento de tres habitaciones, un pequeño cuarto de lavado, una cocina, dos baños uno en el cuarto más grande y otro afuera junto a la sala y todo estaba amueblado, la vista era espectacular, se podían ver otros edif...

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Miro a todos lados, era un departamento de tres habitaciones, un pequeño cuarto de lavado, una cocina, dos baños uno en el cuarto más grande y otro afuera junto a la sala y todo estaba amueblado, la vista era espectacular, se podían ver otros edificios y Hyunjin se preguntaba si ellos podían ser vistos a través de aquellas amplias ventanas, un empleado cargaba la maleta pequeña de la poca ropa que tenía, mientras los omegas ya guardaban sus cosas en cada una de las habitaciones.

―Guarda también tus cosas ―dijo Felix despertándole de su sueño.

Él asintió y tímidamente cruzó la sala y guardó sus cosas, tenía miedo, desde que aquel omega apareció, Felix era el mismo tipo frío de antes y aunque al fin se había liberado de Seungmin, ahora tenía que lidiar con aquel nuevo personaje que no conocía, en aquella nueva casa y sin ayuda de los sirvientes.

―¿Tienen hambre? ―dijo Jeongin cuando terminaron, ambos le miraron.

―¿Sabes cocinar? ―dijo Felix.

―La verdad es que sí, pero no hay nada en casa, ¿por qué no vamos a comprar y luego pasamos a comer? ―ofreció sonriendo de manera amable y Hyunjin sonrió en respuesta.

Felix miró serio al alfa sin que este lo notara.

―Llévate al perro, yo tengo sueño ―dijo y sin más se marchó a su cuarto, Hyunjin lo siguió, pero la puerta fue cerrada en su nariz, dejándolo acariciar la madera como un gato buscando a su amo.

―¿Hyunjin, me quieres acompañar? ―dijo el otro omega agachándose en cuclillas y el alfa asintió con tristeza.

Felix los escuchó marcharse, ¿qué le pasaba?, desde un tiempo acá, le irritaba lo estúpido que para él era Hyunjin.

La adoración que siempre han tenido le hacía creer que nada valía la pena como para tener su atención, pero el imaginar al pobre y carente alfa bajo de sí gimiendo, le hacía morderse los labios, no se había dado cuenta del cómo o cuándo comenzó a desarrollar ese complejo de posesividad sobre él, hasta que su prometido llegó y sólo entonces cayó en cuenta que no quería compartir con su futuro esposo su juguete.

La adoración que siempre han tenido le hacía creer que nada valía la pena como para tener su atención, pero el imaginar al pobre y carente alfa bajo de sí gimiendo, le hacía morderse los labios, no se había dado cuenta del cómo o cuándo comenzó a ...

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𝑴𝒊 𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 | 𝑯𝒚𝒖𝒏𝒍𝒊𝒙 ⁽ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora