𝑴𝒊 𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 | 𝑯𝒚𝒖𝒏𝒍𝒊𝒙 ⁽ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉ⁾

No es igual.

Contenido explícito y sexual.

Hyunjin miró a Felix sin saber que decir ni dar crédito a su petición, ¿por qué si las cosas marchaban bien, le pedía volver a ese basurero?, no quería, no podía volver a los brazos de una madre que lo trataba como basura, no después de probar la gloria de sus besos, de su delicado cuerpo, de su susurrante voz, no después de ver como su cabello rubio brillaba son la luz de sol en la mañana después de que Felix lo follara, no podía aceptarlo.

—Me aseguraré de que mis padres te den buen trato, solo obedéceme ¿si?, de alguna forma haré que estés a mi lado de nuevo, ¿confías en mi Hyunjin?.

El alfa miró el pan sobre la mesa y tragó con amargura, era demasiado sumiso para ir en contra de las palabras de Felix, así que aceptó con lágrimas contenidas y el corazón agitado.

Felix miró al techo de su habitación mientras su cabeza era empujada hacia la cabecera de la cama con fuerza, cerró los ojos buscando aquella sensación de placer, pero no la encontró.

Levantó la nariz y el aroma que amaba no estaba, le faltaba algo, el cuerpo delgado de Hyunjin, sus labios gruesos susurrando cosas bellas, su voz profunda gimiendo para él.

No le gusta estar abajo, lo odiaba, odiaba ser dominado, también aquel cuerpo ya conocido que lo follaba con violencia, que le empujaba sin preguntarle si estaba preparado.

“Los omegas siempre están lubricados”.

Fue lo que escucho antes de ser penetrado y aunque era verdad en parte, a Felix le seguía faltando la delicadeza, los abrazos, las caricias a las que se había acostumbrado, odiaba ser tratado como muñeco, que le dijeran al oído “gime como puta”, “abre las piernas”, “chupamela”.

No sentía placer, no sentía nada.

Y es que desde Hyunjin, se había vuelto más sensible, vulnerable y necesitado, necesitaba abrazos, besos, sentirse especial, cerró los ojos pensando en eso cuando sintió un escalofrío y se vino en su vientre y el beta lo hizo igual.

Le beso la cara con torpeza y se sentó a la orilla de la cama poniéndose su ropa.

—¿Ya te vas? —preguntó Felix.

—Es obvio, tus padres están abajo, no quiero que sospechen que me follo a su hijo adorado en sus narices.

—Entonces iré contigo a la puerta —dijo Felix buscando su ropa.

—Tomate la pastilla, no me gusta usar condón porque no se siente nada, pero tampoco quiero cachorros —murmuró y el omega asintió.

Hace varias semanas que salia con Jisung, este acepto gustoso, por que amaba a Felix, a su manera torpe, tosca e idiota, pero lo amaba, habían follado varias veces y cada una fue una tortura para el omega.

Felix vió a Jisung salir y regresó a su habitación, extrañaba al alfa, aún cuando este seguía yendo al colegio, no tenían contacto, no se hablaban, porque Felix así lo decidió.

—Hyunjin, una vez vuelvas a tu casa, tú y yo seremos desconocidos, solo confía en mí y algún día te diré mis pensamientos.

El torpe cachorro aceptó ciegamente y se alejaba de la nueva pareja cada que podía, aunque le dolía, a Felix le dolía el doble.

Busco en el cajón de ropa y en el fondo encontró el objeto, un chocolate que unas manos inocentes un día le entregaron, olfateo para ver si algo de Hyunjin seguía ahí, pero no había nada, entonces sus lágrimas cayeron y no encontró explicación para ese comportamiento extraño.

Seungmin abrió la puerta de la casa y sus mejillas se calentaron, se sintió caliente, feliz y algo triste, era un olor peculiar en la casa, volvió el rostro y Changbin, su padre, abrió la boca ante aquel olor, que para ser omega, podía reconocer.

Seungmin estaba algo atónito por la manera en que su padre, a pasos apresurados, se acercó a las escaleras, las subió velozmente y entró a la habitación de su hermano mayor.

—No está —dijo asustado, miro al beta menor y luego busco en otra habitación, en la que había tenido miedo a abrirla, giró la perilla dudoso, con un dolor ligero en el estómago y cuando finalmente aquella gran puerta de madera fue empujada, pudo verlo.

Felix estaba durmiendo en posición fetal, estaba sobre una cama grande de ropa, ropa suya y ropa de Hyunjin, sus mejillas estaban rosadas, sus labios rojos, sus pestañas largas caían en sus pómulos, lucia angelical con aquella sudadera blanca puesta de cuello largo, tanto Changbin como Seungmin no pudieron evitar llorar por el olor que el omega emitía y con una cara seria cerraron la puerta, tenían el corazón agitado y Changbin cayó rendido al suelo.

—Mi hermano ¿qué pasa? ¿por qué está tan triste?.

—Lixie está haciendo un nido.

—¿Nido?.

—Sí, tu hermano espera bebés.

Un silencio sepulcral se dejó en la casa, tan pulcra y blanca, mientras padre e hijo se miraban asustados.