Epílogo

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Lena entró en el despacho de Julia para decirle que se iba.

Ya lo habían hablado aquella mañana, iba a acompañar a Katya al ginecólogo para una revisión.

Su cuñada estaba embarazada por tercera -y última- vez, o al menos eso decía, buscando ese varón que Viktor tanto deseaba.

Después de Marina habían tenido otra niña, Galina, y ambas habían sido quienes portaran las arras en su boda, cinco meses atrás.

Por fin Julia había conseguido llevarla al altar, en una ceremonia civil celebrada en la finca familiar de Volgogrado.

Su hermano Alexander había sido el padrino, y el único miembro de su familia que había asistido.

En cambio, la familia de Julia había estado al completo, incluidos Grisha y Marishka que habían llegado de Londres para la ocasión.

Julia tenía una familia grande, cariñosa y unida que la había acogido entre ellos con alegría de que hubiera hecho sentar por fin la cabeza a la más pequeña de los Volkov.

De la misma forma que sabía que acogerían a su hijo el día que lo tuvieran, cosa que quizás sucedería en cualquier momento, porque se había quitado el DIU apenas veinte días atrás.

Julia estaba sentada frente a la computadora cuando entró.

-Me voy, Katya ya me está esperando abajo.

-De acuerdo. Y no hace falta que te des prisa en volver.

-¿Quieres librarte de mí? ¿Qué estás tramando?

-¡Qué suspicaz! No quiero librarme de ti, solo que descanses un poco. Se te ve cansada.

Lena solo volteó y levantó los ojos al techo.

-Lo estoy. Probablemente la culpa sea de alguien que se ha tomado como una carrera contra reloj la tarea de dejarme embarazada en un tiempo récord.

Le dijo recordando la sesiones maratonicas de sexo de los últimos veinte días.

Élla le guiñó un ojo.

-Quiero ver si hay tiempo de tener al menos dos.

Lena se puso muy seria y cruzó los brazos.

-Julia, ya hemos hablado de eso. Es innegociable. Un hijo, y eso porque sé lo mucho que quieres ser Madre.

- Ok, ok está bien.

-Y esta noche me vas a dejar dormir. Me siento realmente exhausta.

-¡Ja! Como si fuera yo la única. En ningún momento te he escuchado decir no, señorita Katina. Sabes que solo tienes que decirlo y yo me daré la vuelta hacia el otro lado y me echaré a dormir.

Lena hizo una mueca y se encogió de hombros.

-No quiero que te sientas ofendida ni rechazada.

- O sea, que haces un esfuerzo para salvar mi ego.

Ella rio.

-Un terrible esfuerzo. Bueno, me marcho, y te tomo la palabra.

Si Katya puede quedarse, comeré con ella y quizás me iré a casa a descansar un poco. Por si acaso esta noche tengo que volver a hacer un maratón para salvar el ego de mi mujer.

-Dale un beso a Kat de mi parte.

Katya la esperaba en el estacionamiento.

- Gracias por venir, Lena. Sergey no quiere que vaya sola por mucho que le diga que me encuentro muy bien, que este embarazo no es como el anterior.

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