Capítulo 14 | La Fiesta Sorpresa

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Lena estaba corrigiendo el último artículo del ejemplar que se publicaría la

semana siguiente, cuando le sonó el teléfono desde el exterior.

—¿Diga?

—¿Lenka?

—Sí, soy yo.

—No sé si me recuerda. Soy Katya Dorosh, estuve en su despacho buscando a Julia

—Sí, la recuerdo. Ya le dije que no trabaja aquí exactamente. La extensión de su teléfono es la dieciocho.

—No quiero hablar con ella sino contigo, si me permites que te tutee.

—Estoy trabajando, señorita, no dispongo de tiempo para charlar.

—Señora. Señora Volkova.

—¿Señora? ¿Es su mujer? ¿Julia está casada? Mire, si lo que quiere es que le

aclare lo del cuello, que se lo explique élla. Fue idea suya y no es en absoluto lo que parece.

Katya tuvo que hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada. De modo que la señorita Fadeeva había sido la responsable de semejante marca del cuello de Julia.

—Creo que está en un error, no soy la mujer de Julia, sino su cuñada. Estoy

casada con su hermano. Y por supuesto no me tiene que dar ninguna explicación de nada.

—Bien, entonces usted dirá.

—Quisiera pedirle un favor. La próxima semana es el cumpleaños de Julia y quisiera prepararle una pequeña fiesta sorpresa. Nada muy ostentoso, solo una pequeña reunión de amigos íntimos...

--Ajam....

--Me gustaría invitar a su equipo de trabajo, usted y las redactoras de Blisoko. Ya sabe, las chicas con las que desayuna habitualmente.

—Bien, se lo transmitiré. Pero quizá quiera excluirme a mí de la invitación. Le aseguro que no me sentiré ofendida.

—¿No quiere venir? ¿Por algún motivo?

—No, en absoluto, salvo que no me considero amiga íntima de la señora Volkova. Ni siquiera su amiga.

—Bueno, las enemigas íntimas también están invitadas.

—En ese caso acudiré. Y se lo diré a las chicas.

—Es sorpresa.

—No se lo diré hasta el último momento. Sasha es incapaz de guardar un secreto.

—Bien, las espero entonces el próximo sábado a las ocho. Anote mi dirección..... Será una reunión informal, no es necesario vestirse de etiqueta.

—De acuerdo. Hasta el sábado.

Katya colgó el teléfono y miró satisfecha a su marido, que se estaba preparando para ir al trabajo.

—¿Se puede saber qué estás tramando?

—Nada, solo le estoy preparando una fiesta sorpresa de cumpleaños a Julia.

—¿No es un poquito mayor para esas cosas?

—Nadie es lo bastante mayor para eso.

—¿Y cómo vas a conseguir que venga sin saberlo? Probablemente tenga sus propios planes.

—Hum, sé cómo conseguirlo. La niña le dirá que le ha preparado un pastel ella misma, y ya sabes que tiene debilidad por nuestra hija. No le hará un desaire.

—No, en eso tienes razón. ¿Y a quién piensas invitar?

—A sus compañeras de trabajo. Lenka ya ha aceptado en nombre de todas. Que, por cierto, se ha creído que yo era la mujer de Julia y me ha intentado dar explicaciones por el chupetón del cuello.

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