Capítulo 7 | Chismes

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Al día siguiente Julia llegó puntual, como era ya habitual. Al pasar por recepción, Varvara le miró muy atentamente, bastante más que de costumbre. Élla le dedicó una sonrisa y un saludo alegre.

—Buenos días, guapísima.

—Buenos días, Julia. ¿Qué tal?

—Pues ya ves, aquí dispuesto a ganarme el pan un día más.

—Tú no necesitas ganarte las habichuelas, tienes asegurado el dinero de por vida.

—Eso díselo a mi padre. Él me obliga a venir aquí cada día y a ganarme el pan con el sudor de mi frente.

—No exageres, aquí tenemos un estupendo sistema de acondicionamiento de aire..... Nadie suda.

—Eso depende del trabajo que tengas que realizar, cariño. El mío es muy duro, a veces.

—Sí, es posible.

El teléfono empezó a sonar y la chica respondió. Julia continuó su camino hasta su despacho. Se cruzó con varias chicas en el pasillo que se lo quedaron mirando con fijeza.

Cuando pasaron se miró de arriba abajo con la sensación de que tenía algo raro. Incluso se miró rapidamente si llevaba abierta la bragueta porque, por un momento, le pareció que la mirada de una de ellas se había posado allí.

Todo estaba en orden. Se encogió de hombros y siguió adelante.

—Debo estar paranoico hoy..... O tengo monos en la cara.

Sasha llegó poco después y también le pareció a Julia que lo miraba con más fijeza de la habitual.

—Buenas, Julia.

—Hola, Sasha..... ¿Pasa algo?

—No, ¿qué va a pasar?

—No sé, parece que hoy tengo un circo en la cara... Todo el mundo me mira.

—Es que tienes aspecto de cansada.

—¿Yo? Pues no sé. No estoy más cansada de lo habitual.

—Quizás estresada sea la palabra.

—Tampoco me siento estresado especialmente.

—Hum, bueno, serán imaginaciones mías.

Minutos después, él teléfono interno empezó a sonar.

—¿Sí? Ah, hola Lena, buenos días.

—¿Ya estás ahí? Pensaba que te habías retrasado.

—No me he retrasado, he llegado puntual, siempre lo hago.

—Pero no me has llamado para confirmármelo.

Julia suspiró. No estaba de humor esa mañana para idioteces. La noche anterior Tanya le había estado lanzando indirectas sobre el tiempo que ya llevaban juntos y élla intuía que deseaba avanzar un paso en su relación.

Algo que no iba a suceder.... Sacudió la cabeza y volvió a la realidad y a Lena Katina.

—¿Voy a tener que estar pasando el control hasta el final de los tiempos?

—Simplemente me extrañó.

—Bien, pues para que te quede claro, tengo muchísimos defectos, pero la impuntualidad no es uno de ellos. Y a partir de ahora no voy a llamarte para anunciarte mi llegada. No eres mi jefa ni tengo que darte cuentas de mi tiempo.

—Caramba, Volkova, ¿estamos de mal humor esta mañana?

—¿Tú también? ¿Qué le pasa a todo el mundo hoy, joder? No estoy de mal humor, simplemente quiero trabajar en paz.

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