Capítulo 11 | La entrevista

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Después de cómo Lena la había tratado en el despacho el día anterior, Julia no sentía ni pizca de mala conciencia por lo que estaba a punto de hacer.

Cuando la puerta corrediza que cerraba la verja de la impresionante mansión de Sergey Katin se abrió para élla, se sentía muy satisfecha de sí misma por haber conseguido una entrevista con apenas unas horas de antelación.

Había tenido que usar su apellido y sus contactos, pero el escritor había accedido a recibirle.... Antes de que se acercara a la puerta de la casa, esta se abrió y una mujer uniformada de mediana edad apareció en el umbral.

—Soy Julia Volkova. El señor Katin me está esperando.

—Pase por aquí, por favor.

La mujer la precedió a través de un amplio vestíbulo con las paredes llenas de cuadros y objetos que evidentemente habían sido comprados en distintos lugares del mundo.

Una especie de museo recargado y pintoresco, que a pesar de todo no causaba mal efecto. Los objetos estaban colocados con buen gusto, y aunque eran muy distintos, parecían complementarse unos con otros.

El señor Katin debía ser o bien un gran viajero o un importante cliente de antiguedades y tiendas de recuerdos, evidentemente caras. Al recibidor siguió un largo corredor estrecho y oscuro, decorado con algunas fotografías familiares, pero por mucho que se esforzó por mirar mientras caminaba entre ellos, no vio ni rastro de la niña que Lena había debido

ser.

Al fin la mujer se detuvo ante una puerta y la abrió cediéndole el paso.

Julia no conocía en persona a Sergey Katin, tan solo por las fotos de las contraportadas de sus libros, pero estas no le hacían justicia. Era alto y corpulento, y aunque sus rasgos faciales no se parecían en absoluto a su hija, tanto el porte como la barbilla erguida y la mirada fría y penetrante eran idénticos.

Julia le tendió la mano, que Sergey estrechó con fuerza.

—Soy Julia Volkova. Le agradezco mucho que me haya concedido la entrevista con tan poco tiempo de antelación.

—No ha sido ningún problema, tenía la tarde libre hoy. Siéntese, por favor. ¿Le apetece un café?

—Por mí no se moleste.

—No es molestia. Yo sí tomaré uno, soy muy cafetero y cuando me entrevistan me siento más cómodo con una taza delante.

—En ese caso, le acompaño.

Descolgó el teléfono y encargo café. Julia mientras preparó la grabadora.

—¿Le importa si lo grabo? No soy una buena taquígrafa.

—Adelante.

Con solo una ojeada Julia supo que al hombre que tenía delante le encantaba

hablar de sí mismo. Aunque la primera pregunta la hizo el padre de Lena.

—Me ha dicho que es la codirectora de Blisoko. ¿Puede aclararme por qué

quiere entrevistarme exactamente?

—¿Conoce la revista?

—Sí, intento mantenerme al día de todas las publicaciones del mercado. No es el tipo de revista que yo compraría, pero me parece lo suficientemente seria como para permitir que publique sobre mí.

Julia sintió que el engreimiento de aquel hombre empezaba a molestarle.

—Blisoko es una buena publicación. Aunque tiene algunas secciones más

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