Capítulo 5 | Trabajo en Equipo

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—¿69 suscripciones?

—En efecto. Y tú 32.

—No tienes que repetirme que yo tuve 32.

—Bueno, ya sabes que perdiste su apuesta. Espero que lo cumplas como mujer de palabra y tu promesa de colaborar con ella en un ejemplar conjunto a partir de hoy.

—Por supuesto que lo encajaré como mujer de palabra, Alexia.

La revista saldrá adelante con mi plena colaboración, de eso no te quede duda.

—Bien, pues a trabajar en ello.

Julia casi avienta el teléfono de lo enojada que estaba, se dijo a si misma «Joder, lo que puede un wonderbra y unos boxers pushup....»pensó, porque no se creía ni por un momento lo que dijo su cuñada. Élla sabía de mujeres, había desnudado a muchas y conocía sus trucos y secretos.

Ningún palo de escoba como Lena podía tener esos pechos y ese condenado trasero. Había jugado sucio y élla la había subestimado. Pero la guerra era la guerra y quien ríe el último ríe mejor.

Miro su reloj y como faltaban apenas unos minutos para el descanso del desayuno, se dirigió como cada día, y luciendo su mejor sonrisa, a compartirlo con las chicas del equipo.

Pero al llegar con una bandeja de mantecadas en las manos, se encontró con una sorpresa. La mesa de Nastya ya tenía una bandeja con un pastel de chocolate y con unas velas en las que se leía el número 24. Y lo más sorprendente de todo era que Lena estaba allí con una taza en la mano.

—Llegas a tiempo para la celebración.

—¿Es tu cumpleaños Fadeeva? Acaso te has quitado algunos, corazón . Debes rondar entre los treinta, si no es que más.

—No son mis años Volkova, y no me quito ninguno, tengo treinta y tres. Veinticuatro son los ejemplares de las revistas de los que voy a tener el reportaje de portada. No sé si Martín te lo habrá dicho.

—Me lo ha dicho, sí. Pero eso no significa nada, no tiene ningún mérito ganar una batalla si se pierde la guerra.

—Veinticuatro batallas.

—Tampoco veinticuatro batallas hacen una guerra. Y menos si se emplean trucos sucios para ganarlas.

—¿Trucos sucios?

—Brasieres con relleno, boxers que hacen ver un trasero inexistente, etc., etc. ya me entendiste?.

—Conque eso piensas, ¿eh?

—No lo pienso, lo sé porque lo vi. Si hay una cosa que conozco bien son los trucos y trampas de las mujeres. He desnudado a más de una muy sensual que luego ha resultado ser un auténtico esqueleto. Pero al revés no funciona, corazón. No hay ninguna despampanante que pueda fingir ser un palo de escoba.

—Ya veo que, claramente conoces muy bien a las mujeres, Volkova. Pero tendrás que reconocer que en el amor y en la guerra todo vale. Y que 69 suscripciones bien valen un poco de inversión en ropa interior «Engañosa».

—Vuelvo a repetirte lo mismo, has ganado una batalla, no la guerra. Acabaré por echarte de Blisoko, todavía no conoces a Julia Volkova.

—Y Viktorovich.

—Eso es. Viktorovich Volkova.

—¿Un poco de pastel? ¿O es demasiado para ti celebrar una victoria del enemigo?

—No hay nada en el mundo que me haga renunciar a una buena rebanada de pastel de chocolate. Por suerte mi físico me permite comerla seguido, no necesito ninguna celebración especial para darme ese placer.

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