Estudié mi reflejo en el espejo del pasillo mientras la fiesta continuaba en la sala de estar.
Un lado de mi labio inferior se encontraba ligeramente más hinchado que el otro. Honestamente, lo estaba. Me veía ridículo. El baterista estaba loco. Siempre cabalgando al borde de necesitar admisión inmediata a una bonita habitación blanca, suave y acolchada.
Y por un tiempo, incluso fue una especie de manera encantadora un poco convencional. Pero ahora oficialmente perdió toda
apariencia de control.¿Me gustaba morder? No. No, no me gustaba.
Tampoco mordisquear y especialmente no me gustaban los chupetones. La marca en mi cuello no me impresionaba y me sentía bastante seguro de que tenía un hematoma justo por encima de mi culo donde me presionó contra el mostrador de la cocina.No hacía falta decir, que su duro y amoroso experimento no fue un éxito.
—Dios, maldito maniaco.
—¿Perdón? —preguntó el chico que esperaba a mi lado por el baño principal.
—Nada. Sólo maldecía en voz alta. Le di una amable sonrisa social
—No me prestes atención.Asintió y volvió a aplicarse brillo labial con la precisión de un artista.
—Estás con Bible Wichapas ¿verdad? —preguntó.
—Así es. —No diría que me pavoneé exactamente, pero hice correr mis dedos por mi cabello. La sonrisa que me dio parecía poco sincera, a pesar de ser cegadoramente brillante.
—Creo que es muy valiente de tu parte.
—¿Qué quieres decir?
—Te encuentras fuera de su rango. —Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo del baño. Eran oscuros, malos, y de un hermoso color avellana—. Quiero decir, está claro que no estás a su nivel. Pero, por qué no disfrutar de él mientras puedas, ¿verdad?Lo comprobé en el espejo.
Pero, sorprendentemente, no había vapor saliendo de mis oídos. Mi boca se abrió, pero me tomé un momento para encontrar las palabras.
—¿De verdad acabas de decir eso?
—¿Qué? —Se rio nerviosamente, moviendo rápidamente el pelo.
—Soy un completo desconocido para ti.
—Oye, creo que es genial. ¡Vamos hermano y todo eso!Qué mezquina y envidiosa mentira.
De ninguna manera iba a entregarle a este idiota el poder de hacerme sentir inferior.
—No soy tu hermano. Tengo un hermano y nunca me diría algo así.
Los labios perfectamente brillantes del chico se abrieron de golpe.
—En serio, "cariño" —dije—. Tus modales son horribles. Vete a la mierda.
La puerta del baño se abrió y tomé mi turno, cerrando la puerta con un poco más de entusiasmo del necesario. Mis hombros se elevaron en torno a mis oídos cuando me dirigí de nuevo a la fiesta, la leve palpitación en mi labio casi olvidada.
No miré atrás, hacia la perra.
Personas. Maldita sea.
La música de rock pesada me golpeó, manteniendo mi reciente agitación. Quería golpear algo. No a alguien, sino algo. Sólo darle a una pared inocente un golpe con la mano para dejar salir algo de la presión que se acumulaba dentro de mí. Ralenticé mi respiración, intentando tranquilizar mi mente maldiciendo.
Todo se encontraba bien.
Bible, Perth y Jeff se encontraban al lado, tomando sus bebidas, ignorando las miradas esperanzadoras de los chicos en las inmediaciones.
Mierda, ¿así era esto para ellos todo el tiempo? Tenía que volverse viejo.
A pocos pasos de distancia, Sammy conversaba con una mujer de su edad. Su mirada se deslizaba de nuevo a Jeff de una manera que no expresaba exactamente interés profesional.