Tenía un lindo mareo para el momento en que llegamos a casa.
Compartimos un taxi con Pong y Tong cerca de las tres de la mañana después de una fiesta increíble.
Por fin oí a Stage Dive tocar en vivo.
Eran impresionantes tocando en
acústico. Las voces de Jeff y Mile se fusionaban juntas maravillosamente.Cada uno de esos hombres era tan malditamente talentoso que hacían que me dolieran los dientes. Perth con su bajo, e incluso Bib, privado de su kit completo de batería, hizo sentir su presencia de manera asombrosa.
Todos se unían en perfecto equilibrio, incorporados a la música.
Tal vez era más tarde de mi hora usual de dormir, pero no quería que la noche terminara. Todavía no. Me acosté de espaldas, mirando el techo de mi dormitorio. Había dejado de girar hace un ratito.
La abertura en las cortinas dejaba
entrar suficiente luz como para ver.Hace unos años atrás, en noches como éstas cuando el sueño no venía, a menudo hablaba con Bib.
Quiero decir, la versión en
afiche de él.
Triste y psicótico, pero cierto.Ahora, el hombre mismo dormía al lado.
A veces la vida podía ser una cosa extraña y bella.
Otras veces era sólo un desastre.
Pero a veces la belleza se imponía.
Pasé los dedos sobre mis pobres labios doloridos. Casi fueron besados hasta la extinción. Una vez que Bib tenía una idea en la cabeza, era imparable. Y por lo visto bailar con él significaba entregarse a una mini sesión de besuqueo.
Se volvía más y más difícil fingir insatisfacción cada vez que intentaba algo nuevo.Existían tantas formas de besar, que realmente no conocía.
Suave y duro, con o sin dientes,
las diferentes profundidades de penetración de la lengua aparecieron en gran parte.
Y la colocación de la mano.
Vaya, la colocación de la mano. Había hecho de todo, desde acariciar suavemente mi cuello hasta masajear mi trasero.
Un hombre que sabía qué hacer con sus manos era verdaderamente una fuerza a tener en cuenta.Una gran noche.
Se dejó puesto sólo su bóxer corto de nuevo una vez que llegamos a casa.
Fui al baño para agarrar una peineta y allí estaba él, lavándose los dientes. Un hombre lavándose los dientes nunca fue tan excitante, incluso con la baba blanca burbujeante deslizándose por la comisura de su boca.
Mi conjetura sería que él no tenía pijamas.
Nop, un hombre como él debía dormir desnudo.Una brillante deducción científica basada en el hombre caliente
y fuerte actualmente ocupando
mi sofá.
Con demasiada facilidad podía imaginar su piel cálida y palida expuesta. ¿Dormía sobre su espalda, su vientre o de costado? Estéticamente, sobre su espalda sería más agradable... por varias razones.
Pero si se acostaba sobre el vientre, la larga línea de su columna vertebral sería un espectáculo, con el bono extra de su culo. Vendería algo importante por ver su trasero desnudo. Mis libros, mi lector de libros electrónicos, mi alma, lo que
fuera necesario.
Y podría pensar en otra cosa en cualquier momento que quisiera. Pero ¿por qué lo haría?No, masturbarse era una táctica mucho más práctica.
Me encontraba todo despierto y acelerado y mis pezones duros ardiendo en deseos. Había llegado el momento de tomar el asunto en mis propias manos.—Mm, Pong.
Más gemidos.
Algunos quejidos.
Un ruido sordo.
—Cariño, sí.
—Chúpalo, Tong.De. Ninguna. Jodida. Manera.