cuatro

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juan entró muy sonriente a la biblioteca junto a ari.

se aseguró de verse lindo ese día, así que escogió un conjunto bonito de ropa que consistía en un overall con una sudadera celeste por debajo, y en sus pies un par de zapatos blancos, rizó solo un poco su cabello y usó un poco de brillos en su maquillaje. quería sorprender a spreen, y esperaba que funcionara porque se había esforzado.

ari se burló de él cuando pasó a recogerlo a su casa, le dijo que tal vez, spreen no le hacía caso porque no le gustaban los chicos tiernos, pero juan no encontraba lógica en eso, porque según los libros que había leído, siempre la chica delicada, amable y tierna conseguía el amor del chico guapo, frío y misterioso, y en ese caso, spreen era su chico guapo, frío y misterioso, así que debía ser tierno para ser compatibles, ¿verdad?

ari no sabe nada.

spreen soltó un sonoro suspiro cuando vió a juan cruzar la puerta seguido por ari, sabía perfectamente la dinámica: juan llegaría hacia él, le preguntaría si quisiera salir a comer algo y luego se sentaría todo el día a leer.

-¡hola, spreen!- saludó el castaño cuando se acercó al mostrador.

-hola- fijó su mirada en él, quedando un poco sorprendido por su aspecto, podía admitir que se veía realmente lindo.

juan sonrió, notando esa peculiar mirada, sabía que había llamado su atención, así que de manera disimulada, empezó a posar ridículamente para que spreen pudiera verlo mejor, sin embargo, no obtuvo la reacción que quería.

-¿qué haces?- spreen frunció el ceño, sintiendo muchas ganas de reírse.

-n-nada- se detuvo, sonrojándose fuertemente.

-ajá, si vas a leer algo, ya sabes el camino- apartó la vista del menor, regresándola a su celular.

-¿vamos por unas papas fritas cuando termines?- preguntó esperanzado. se veía bonito, no podía negarse a él y su ternura.

-tengo planes.

juan suspiró desilusionado, y en cuestión de segundos, su mente hizo click. todos esos días, spreen había estado rechazándolo, ahora que había llamado su atención por unos segundos, también lo rechazó, y sólo había una razón obvia que explicaba totalmente ese comportamiento:

-te gusta alguien- soltó directamente con un puchero en sus labios -por eso no quieres salir conmigo.

-¿ahora de qué hablas?

-eso, te gusta alguien más y por eso me ignoras y dices que tienes cosas que hacer para no salir conmigo.

spreen no entendía de donde sacaba tantas cosas ese chico, pero eso le dió una idea para que tal vez así, no volviera invitarlo a salir.

-ah...si, es eso- asintió, viendo a las personas que ya estaban dentro de la biblioteca, deteniéndose en un chico que leía muy tranquilamente un libro de biología. -es él- señaló -así que busca tu libro y siéntate a leer.

-¿te gusta roier?- lloriqueó, dirigiendo también su mirada hacia el mencionado que estaba a unas cuantas mesas.

-uhm, si, roier- en su vida había visto a ese chico, ni siquiera podía verlo muy bien desde ahí.

-pero él no te puede gustar- se quejó, inclinándose sobre el escritorio para acercarse a spreen.

-¿por?

-¿es que no lo ves? sus ojos desaparecen de vez en cuando- susurró, como si estuviera contándole un gran secreto.

spreen soltó una fuerte carcajada, olvidando en donde se encontraba, obteniendo miradas molestas por parte de los presentes, incluyendo la de roier. se disculpó silenciosamente y regresó su atención al lindo castaño.

-¿a qué te refieres con que sus ojos desaparecen?

-cada vez que ríe o sonríe, sus ojos desaparecen, incluso a veces cuando habla- otra vez habló susurrando, acercándose al pelinegro sin otras intenciones más que seguir hablándole -es una desventaja, nunca podrás decirle que tiene bonitos ojos cuando sonríe porque no vas a poder verlos, en cambio, a mi si se me ven, mira- pestañeó repetidas veces con una enorme sonrisa en sus labios, sonrojándose en cuestión de segundos al darse cuenta de la cercanía entre ambos.

spreen se quedó perdido en esos pequeños ojos por unos segundos, admirando el brillo en estos, hasta que reaccionó y tras aclarar su garganta, se alejó, sintiéndose extrañamente nervioso.

-tengo que seguir trabajando- dijo cortamente, removiendo cosas al azar sobre su escritorio sin mirar al menor.

juan hizo un mohín y se fue en dirección hacia el estante, quejándose de roier en voz baja, ¿cómo le podía gustar? claramente él era mucho mejor, más lindo y más agradable, más divertido...

¿a quién quería engañar? incluso él mismo podía admitir que roier era el chico ideal para cualquiera, no tenía defectos. suspiró con un puchero y rebuscó en el estante de siempre su libro, pero no estaba por ningún lado. frunció el ceño y regresó un poco indignado hacia el mostrador de nuevo.

-dime qué necesitas ahora- spreen habló sin mirarlo, ya sabía que era juan.

-mi libro no está.

-oh, si, tu libro...roier lo tiene.

-¿qué? ¿por qué dejaste que lo tomara? yo no lo he terminado- sus ojos se pusieron llorosos de repente, y spreen empezó a preocuparse.

-es broma, tranquilo, no llores- dijo rápidamente. juan lo miró con el ceño fruncido.

-¡no bromees así! no me gustan tus bromas.

-toma, no lo dejes tirado en la mesa- regañó, entregándole el libro que había guardado el día anterior en una de las gavetas de su escritorio.

juan tomó el libro y se fue de ahí, indignado porque spreen bromeó con algo así, indignado porque a spreen le gustaba roier y porque no dijo nada sobre su aspecto del que tanto se esforzó. tomó asiento y retomó la lectura en donde la había dejado, viendo disimuladamente a roier con los ojos entrecerrados.

él vio primero a spreen, no podía quitárselo.

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