dieciséis

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lo que empezó siendo el mejor día para juan, se tornó de un momento a otro, en un día que no quisiera recordar.

ari insistió en buscar a spreen para enfrentarlo, pero juan la detuvo bajo el argumento de que él no había hecho nada malo, incluso tuvo que fingir que no se sintió dolido cuando a lo lejos vió a spreen junto a sus amigos bajando de aquella gran atracción con roier. suspiró derrotado y decidió que quería irse a casa.

-no debí dejar que se fuera solo- dijo la chica luego de un rato -juan es muy llorón y conociéndolo, pasará llorando toda la noche.

-escuchaste lo que dijo, él necesita estar solo, no podemos insistir en estar a su lado si no quiere- dijo rivers, tomando su mano con timidez, causando que ari pusiera sus ojos en ella -estará bien, lo sabes.

ari asintió con una débil sonrisa, sintiendo su corazón latir con rapidez ante el cálido tacto. sabía que lo había arruinado todo desde el momento en el que rivers dejó de ser una apuesta para ella, ni siquiera supo en qué momento sus sentimientos habían evolucionado de esa manera en su interior, haciendo su trabajo de decir la verdad cada vez más difícil.

-tienes razón- asintió, entrelazando sus dedos con la más bajita -¿tienes hambre?

rivers asintió con una sonrisa, sintiendo su estómago cosquillear, regañándose por ser la idiota más grande del mundo al empezar a ceder ante sus propios límites. de seguro, ari y sus amigas se reían de ella a sus espaldas, pero podía seguir fingiendo que todo eso era simple actuación, sin revelar que eran sus verdaderos sentimientos.

¿cómo podían ser ambas tan tontas?

ꪆ୧

a la mañana siguiente, ari llegó muy temprano a la casa de su amigo, entró a la habitación de juan sin siquiera tocar y se acercó a su cama. suspiró al verlo todavía dormido a pesar de que ya eran casi las doce del medio día, y juan nunca despertaba tan tarde.

lo movió con sutileza hasta que el menor abrió sus ojos lentamente, quejándose por lo bajo por la interrupción en su sueño, cubriéndose completamente con las sábanas.

-ya levántate, es tarde- dijo la mayor, moviéndolo de nuevo.

-déjame en paz, hay comida en la cocina, no necesitas levantarme para que comas algo- se quejó, girándose para darle la espalda.

-no vine por la comida- sonó indignada, apartando las sábanas de su mejor amigo -bueno, en parte sí, pero ahora solo quiero que te levantes.

juan suspiró resignado, talló sus ojos y se sentó, viéndola con clara molestia.

-bien, ya me levanté, ¿qué quieres?

-¿qué es ese humor tan feo?

-no tengo un humor feo- hizo
un puchero, frunciendo el ceño.

-¿te sientes mejor? ya sabes, por lo de ayer.

-no, todavía me siento triste, y si vienes a decirme que vaya a la biblioteca, no pierdas el tiempo y vete tú sola- volvió a acostarse, subiendo la sábana sobre su cabeza.

-no vengo a pedirte eso...¿no ves que sigo en pijama?

juan salió de su escondite y la miró, apenas dándose cuenta; rió por lo bajo al ver que tenía esa pijama ridícula de la que muchas veces se burló.

-¿entonces?

-solo vine a pasar el día- se encogió de hombros- vamos por elotes donde ocho, hay algunas películas pendientes que debemos ver.

-no quiero salir- agachó la mirada, recordando las palabras de los amigos de spreen- ¿tú crees que me veo ridículo siempre?

ari lo miró con expresión confundida ante esa pregunta, nunca le había preguntado algo así.

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