once

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luego de su salida al parque, juan no había querido despegarse de spreen. cada vez que llegaba a la biblioteca, arrastraba una silla y la posicionaba frente al escritorio del pelinegro, tomaba un libro y se mantenía en silencio, él leyendo y spreen trabajando.

spreen no podía molestarse, si juan quería estar cerca, no se lo iba a impedir, además, le había puesto algunas condiciones antes de ceder a que pasara todo el tiempo cerca, siendo una de ellas, que se mantuviera tranquilo y en silencio.

juan se removía emocionado ocasionalmente, y es que tener a spreen enfrente siempre era algo mágico y agradable para él.

ese día, rivers había faltado porque se reportó enferma, pero spreen no le creía, podría jurar que cuando le llamó para excusarse, escuchó la voz de ari al fondo. tomando en cuenta que no habían muchas personas, decidió no reprenderla por mentirle, pero si en otra ocasión volvía a hacerle lo mismo, no dudaría en regañarla. suspiró sonoramente y se levantó de su asiento, llamando la atención del castaño que se mantuvo entretenido desde hace rato escribiendo cursilerías en pequeños y cuadrados papeles de colores, pegándolas al rededor de la computadora de spreen, totalmente en silencio, solo escuchándose su suave risa aniñada.

-¿a dónde vas?- no tardó en preguntar, dejando su lápiz a un lado para prestarle atención al mayor.

-solo iré a acomodar algunos libros- respondió con simpleza, viéndose aburrido.

-¿quieres que te ayude?- pestañeó varias veces sin apartar la vista de él.

-uhm, no, quédate aquí en silencio, no tardaré.

juan hizo un puchero y lo vió alejarse. estuvo quieto durante unos segundos viendo hacia la silla de spreen y una sonrisa se formó en sus labios. se levantó y se sentó en esta, moviéndose de lado a lado gracias a las ruedas que se lo facilitaban, recorrió con su vista la orilla de toda la pantalla de la computadora, sintiéndose orgulloso de todos los mensajes bonitos que había dejado pegados.

la campana de la entrada sonó y sus ojos viajaron rápidamente hacia la persona que entró. frunció un poco el ceño y entrecerró los ojos, sintiéndose levemente amenazado, vió la hora en su reloj, y efectivamente ya era hora de que apareciera.

-juan, hola- roier lo saludó con una sonrisa, pasando por alto la mirada del castaño.

-hola, roier- su voz salió neutra.

-¿spreen no vino hoy?

asintió.

-¿podrías decirme en donde está?

-cualquier cosa que quieras decirle, dímela a mi y yo le diré, porque como ves, estoy en su silla, lo que me convierte en el encargado mientras él no está cerca- acomodó sus lentes, tratando de lucir profesional.

roier lo pensó unos segundos y lo miró un tanto confundido, prestando un poco más de atención en el tono de voz en el que le hablaba.

-¿sucede algo?- spreen se acercó cargando un par de libros.

juan se sobresaltó levemente y se giró a verlo, se levantó y volvió a sentarse en su silla, esperando a no ser regañado por haber tomado su lugar por unos minutos.

-no, todo está bien- respondió roier -te estaba buscando.

-ah, cierto, sígueme- empezó a caminar hacia los estantes llenos de libros.

juan se sintió inquieto, su puchero se hizo más pronunciado y sus pies picaban por ir tras ellos para saber qué tanto es lo que tenían que hacer. suspiró desanimado, recargando su mentón sobre la palma de su mano mientras esperaba impacientemente.

los minutos pasaban y seguía sin ver a spreen, empezó a impacientarse mientras creaba escenarios que no le gustaban en su cabeza, por ejemplo, que tal vez en ese momento, spreen estaba hablándole bonito a roier o que lo estaba abrazando. no, absolutamente no deseaba seguir imaginándose cosas, aunque si fuera cierto, ¿qué podía hacer él? mordió su labio inferior con duda y luego de unos cuantos segundos más, se sintió un poco triste. se levantó de su silla y con un poco de enojo empezó a quitar los papeles que había pegado anteriormente mientras murmuraba algunas cosas, demasiado inmerso en sí mismo que no notó que spreen estaba regresando.

-hey, ¿qué haces?

el castaño lo miró, sosteniendo su ceño fruncido hacia el mayor, sintiendo esa fea sensación en su pecho otra vez. ignoró al pelinegro y siguió quitando los papeles hasta que la mano de spreen lo detuvo, viéndolo confundido.

-te fuiste con roier- dijo directamente, apartando la mirada -te fuiste allá atrás por mucho tiempo.

-¿y qué con eso?

-no me gusta que te guste roier- se cruzó de brazos, sintiéndose incapaz de mirarlo a los ojos, la vergüenza empezaba a hacerse presente, pero no quería demostrarlo.

spreen suspiró sonoramente y rió por lo bajo, agarró los papeles esparcidos en el escritorio y volvió a pegarlos alrededor de la pantalla, llenándose de ternura con los bonitos mensajes en estos.

-ayer me dijo que necesitaba ayuda con algunos libros de la sección de biología, se supone que rivers se iba a encargar, pero como no está, entonces me tocó encargarme a mi.

-pero tardaste mucho.

-es que eran muchos, no podía bajarlos todos de la repisa.

juan agachó la mirada, avergonzado. buscó con la mirada a roier, y efectivamente, tenía una pila de libros a su lado. se volvió a sentar y se recostó sobre sus brazos, regañándose a sí mismo por haber sido tan tonto. aún así, spreen seguía sin negar que roier le gustaba, por lo que su decepción no podía irse del todo.

spreen despeinó un poco el cabello de juan y volvió a su puesto. se le quedó viendo durante un rato, preguntándose que era eso que le generaba cosquillas en el estómago cada vez que juan se encontraba cerca, hablándole o comportándose de esa manera tan directa en la que no temía decirle las cosas. era muy interesante tenerlo cerca a diario.

dejó de verlo y se detuvo en algunas de las frases escritas en los papeles de colores, haciéndolo sonreír automáticamente.

"eres muy guapo"

"spreen y juanito"

"carru, rob, may y juan, los más lindos"

"eres el mejor del mundo"

"spreen es tan dulce como el algodón de azúcar"

"spreen y juan por siempre"

y junto a eso, algunos pequeños dibujos que acompañaban de manera graciosa las letras. spreen pensaba conservarlos, los dejaría ahí para recordarle lo especial que era para juan, haciéndolo sentir bien.

-oye, gafas- lo llamó, apenas tocando su brazo para obtener su atención.

juan levantó la mirada muy rápido al escuchar el apodo con su bonita voz, sintiendo como su estómago se revolvía con emoción, sonrojándolo.

-¿s-si?

-¿puedes hacer más de estos papeles para mi?

juan asintió repetidas veces y una pequeña sonrisa se formó en sus labios, causando un revoloteo en spreen que lo dejó un poco ido.

media hora mas tarde, juan recibió una llamada de su madre, pidiéndole que regresara a casa porque sus tías habían llegado a visitarlos y querían verlo. con mucha pereza y tristeza, dejó las cosas en el escritorio de spreen, no quería irse, todavía faltaba tiempo para que la biblioteca cerrara y quería seguir acompañando al pelinegro, pero no tenía de otra, ya mañana podría estar a su lado de nuevo.

-nos vemos, spreencito~- canturreó con voz tierna, agitando su mano desde la puerta para luego salir por esta misma.

spreen sonrió hasta que ya no lo vió más. limpió un poco su escritorio lleno de papeles hasta que encontró uno en específico que lo hizo sonreír como un tonto, dándose cuenta de lo que estaba pasando en él.

"a juan le gusta spreen"

-creo que también a mi me gustas- murmuró para sí mismo, doblando el papel para meterlo en el bolsillo de su pantalón segundos después, prometiendo guardarlo muy bien.

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