𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙸𝙸

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𝐼𝑠𝑎𝑎𝑐.

(TW: mención de violencia intrafamiliar y maltrato. Continuar con precaución)

Desperté ante el estridente sonido de las alarmas de los celulares y gemí de frustración mientras me removía en las sábanas. Era el sonido de dos melodías distintas e irritantes junto a la vibraciones de nuestros teléfonos. Me incorporé sobre mí misma para poder deslizar un dedo por la pantalla y apagar la estúpida alarma de mí celular.

Al menos ahora solo había un ligero sonido de la canción de la otra alarma que quedaba.

Volteé a ver a Isaac y me sorprendí al notar que él seguía durmiendo como un bebé. Estaba enrollado con el cobertor hasta la cabeza dejando un pequeño espacio para poder respirar aire fresco.

Sentí celos al verlo dormir plácidamente y realmente deseé tener un sueño profundo como el de él.

Tomé mi almohada con una mano y lo golpeé con ella repetidas veces.

—Isaac —lo llamé, ahora sacudiéndolo —. Apaga tu alarma, por Dios.

El casi ni se inmutó. Y si no fuera porque murmuró un par de cosas ininteligibles, juraría que había muerto.

Al menos eso explicaría por qué se ponía tan tieso al dormir.

Resoplé cansada y me abalancé sobre el cuerpo de Isaac para poder apagar la alarma yo misma, y me quedé unos segundos sobre su cuerpo para suspirar aliviada ante el silencio.

—Quítate de encima —habló Isaac somnoliento y con el sonido de su voz siendo amortiguada por el cobertor.

—Buenos días —dije aún recostada sobre él.

—No tan buenos, en realidad.

Me tensé al recordar el motivo por el que Isaac había pasado la noche en casa y lentamente me salí de encima de él para poder sentarme a su lado. Él ni siquiera se volteó; sino que se mantuvo acurrucado entre las sábanas como si fuese un burrito.

—¿Quieres hablar de eso? —pregunté despacio.

—No en realidad.

Asentí lentamente y me mantuve en silencio. Decidí, finalmente, acercarme a él y poner una mano en su espalda para que entendiera que contaba con mi apoyo y que estaba ahí para él.

Isaac giró sobre sí mismo para enfrentarme y extendió un brazo para abrir las sábanas en las que estaba envuelto, invitándome a quedar entrar en su rollo de cobertor junto a él. Cosa que no dudé en aceptar.

Nos acomodamos en un abrazo, y nos mantuvimos en silencio acurrucados.

Y aunque ambos parecíamos cómodos envueltos el uno en el otro, lo más probable era que él siguiera pensando en la noche anterior. Así como lo hacía yo.

El señor Lahey estaba muerto.

Anoche, poco después de que me fuí a dormir, recibí una llamada de Derek en la que me pedía que cuidara de Isaac mientras él se hacía cargo de unos asuntos.

Acepté de inmediato, pues no era la primera vez que Isaac se quedaba a dormir. Sin embargo, cuando ví la angustia en la cara de mi amigo y una leve expresión de preocupación en la, normalmente, cara seria de Derek, supe que algo malo había pasado.

Isaac me explicó entre jadeos asustados y tazas de té, como su padre había muerto entre las garras de una bestia salvaje que le desgarró hasta lo último de su piel.

Siempre insistiendo con lágrimas en los ojos que no había sido él, a pesar de que ya le había dicho que le creía.

Y no fué hasta la madrugada, en que Isaac ya se había calmado y que mis padres volvieron a su habitación -luego de una inexacta explicación-, que finalmente pudimos ir a dormir a mi cuarto. Despertando de vez en cuando para tranquilizar a Isaac cuando le oía quejarse en sus sueños.

𝑺𝒐𝒖𝒍 & 𝑺𝒑𝒆𝒍𝒍 - 𝑆𝑡𝑖𝑙𝑒𝑠 𝑆𝑡𝑖𝑙𝑖𝑛𝑠𝑘𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora