CAPITULO 1-Eren

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Año 357


Eren estaba soñando otra vez, soñando con ella.

Se encontraban en caminos, en la cabaña donde hubieran vivido, él estaba cortando un pescado para cocinarlo, ella estaba sentada en una silla cerca de la chimenea, donde era más cálido, estaba tejiendo un gorro para él, ya que el invierno se estaba acercando, para ese entonces habían pasado seis meses desde que escaparon, habían dejado muchas cosas atrás, pero en ese momento solo importaba que ambos estaban allí.

De vez en cuando miraban en la dirección del otro, a veces sus miradas se encontraban, como ahora, y compartían una mirada llena de cariño, para volver a hacer lo que estaban haciendo.

Sin embargo, él seguía viendo a Mikasa, como su cabeza se inclinaba hacia el tejido que estaba haciendo, se veía en paz, la paz que había trabajado tanto en darle.

Cuando todo se empezó a desmoronar.

El paisaje cambiaba, Mikasa ahora se encontraba en frente de él. Sus lágrimas recorriendo su rostro mientras le decía que la odiaba, pese a que él no la odiaba en lo absoluto.

Su corazón se derrumbaba mientras cambiaba de locación una vez más.

Se encontraba en medio del retumbar.

Sentía el viento de las nubes en su cara, veía el infinito del cielo azul.

Sentía el poder de los titanes, el control sobre caminos, sentía la libertad, la esclavitud, la nada y el todo.

Veía el pasado, el presente, y ya nada del futuro.

Sentía y era consciente del cómo millones de personas perecían a sus pies, por obra suya, escuchaba sus gritos desesperados de auxilio, a padres intentando evitar el fatídico final de sus hijos, como lagrimas surcaban sus caras, rojas de correr con todas sus fuerzas, veía como todos sus esfuerzos fueron en vano, y oía el cómo sus cuerpos crujían mientras los titanes los aplastaban contra el suelo, el cómo la sangre llenaba cada rincón del lugar bajo sus pies.

Sentía la desesperación de acabar con todo esto.

SEGUIRE AVANZANDO, SEGUIRE AVANZANDO, SEGUIRE AVANZANDO...

Soltó un grito estridente mientras despertaba y salía rápidamente de su cama, sus ojos llenos de lágrimas, su respiración agitada y su camisa pegada a su pecho debido al sudor frio.

Las respiraciones rápidas lo estaban mareando, pero no podía regularlas, le tomó tres latidos para darse cuenta en donde estaba, desesperado se dirigió hacia la pared en frente de él y se dejó caer toscamente en el piso, dejo salir las desesperadas lagrimas mientras pasaba las manos a través de su cabello, una y otra vez, quería creer que al llorar los recuerdos se irían, no lo hacían, golpeo su cabeza varias veces contra la pared, intentando escapar.

La sangre, los gritos, las familias, los niños, sus amigos, Mikasa.

Todo siempre venía a él, y no se iba.

Rodeo sus piernas con los brazos, apoyo su rostro en ellos, y espero a que el sueño llegara, no lo hizo, el sol llegó primero, como siempre solía hacerlo.

Tal vez se había levantado cerca de la madrugada, o no había dormido en toda la noche, no tenía idea, ya no sabía distinguir el tiempo luego de años perdido en él.

Con algo de dificultad y aun algo aturdido se levantó del suelo, y se dirigió a la ducha, el agua siempre le ayudaba a quitarse el cansancio de no dormir, aunque las pesadillas hacían gran parte del trabajo, salió del baño con su ropa ya puesta y su cabello mojado recogido en un moño desordenado.

ALAS DE LIBERTAD (Eremika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora