CAPITULO 18-Eren

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Mikasa, a pesar de haber estado lo más alerta que pudo, cuando se subió al auto, no había tardado en quedarse dormida en los asientos traseros de este, el general le dijo a Eren que era de esperarse considerando el calmante y la anestesia que le había colocado, además de la pérdida de sangre.

A pesar de lo reafirmante de sus palabras, Eren no se calmó y veía una y otra vez el espejo retrovisor, para asegurarse de que ella siguiera respirando.

Y lo hacía, el suéter rojo que se había colocado luego de que su blusa fuera cortada a la mitad, enmarcaba el movimiento de su espalda, ya que estaba recostada bocabajo; respiraba de manera profunda y constante, aun así, Eren no se confiaba.

-Debería hacerse curación-Habló de repente el general.

Eren, que no había estado prestándole atención por ver el espejo retrovisor, le pareció extraña la sugerencia, y disimulando lo mejor que pudo que no estaba mirando a Mikasa le preguntó.

- ¿Qué cosa?

-Su mejilla-Respondió pasándole el kit de primeros auxilios que tenía a su lado, sin quitar la vista del camino-Noté su herida apenas llegó, pero no me pareció tan grave como para tratarla ahí mismo, el tiempo nos estaba aprisionando; en el techo hay un espejo plegable, bájelo para que pueda curarse bien.

Eren dio un ligero asentimiento de agradecimiento y se dispuso a abrir el kit y bajar el extraño espejo del techo, no estaba acostumbrado a que los autos tuvieran ese tipo de cosas, ni siquiera estaba acostumbrado a los autos.

Empezó a curarse su mejilla, la cual había vuelto a dolerle tan pronto fue consciente que la tenía, por todo lo que había pasado se había olvidado por completo de ella, la herida se veía fea pero no era nada que necesitara puntos, por lo que se conformó con desinfectársela y colocarse una venda.

Al terminar, devolvió el kit a su lugar, y levantó el espejo, pero se arrepintió de inmediato, y lo volvió a bajar, ya que el sol de medio día le pegó directamente en la cara.

Dio un vistazo ansioso a Mikasa, que para su alivio, seguía respirando, y aunque no daba señales de despertar pronto, los rayos del sol estaban demasiado cerca a su rostro, por lo que ignorando cualquier esfuerzo de parecer indiferente ante el general, se quitó el raído suéter largo que solía traer puesto, y girándose hacia la parte de atrás, y con delicadeza para no despertarla, quito un mechón de su rostro y puso una parte del suéter sobre sus ojos, por un segundo tuvo miedo de que se despertara, pero esta seguía en un profundo sueño.

Al sentarse de nuevo, notó como por un momento la mirada del general se posó en él, pero decidió ignorarla mirando por la ventana a su derecha, ya que no quería pasar por su escrutinio y tampoco que notara su rostro, el cual Eren sabia que estaba algo rojo.

La vista no era muy interesante, era la misma que había estado viendo por las últimas dos horas, era una zona semiárida, se veían montículo tras montículo de arena, con cactus, y uno que otro árbol seco, aunque era mejor que el casi interminable túnel del que habían salido, que, de no haber sido por las luces del automóvil, habrían estado a oscuras.

-Entre los involucrados del ataque estan algunos soldados yeageristas-Mencionó el general rompiendo el silencio.

Eren decidió ignorarlo.

-Estoy al tanto de que tú eres su líder-Añadió.

-No lo soy-Espetó a la defensiva, las palabras salieron de su boca antes de que lo pudiera pensar mejor-Tampoco estoy detrás de este ataque, pero dudó que me crea y la verdad no me importa.

-Le creo de hecho-Dijo y dio un vistazo al espejo retrovisor-Aunque el ejercito lleve su nombre, usted no odia a la princesa como ellos, incluso diría que no la odia en lo absoluto.

Eren no quería seguir con esa conversación, por lo que dirigió su mirada de nuevo a la ventana, pudo sentir como el hombre sonreía con suficiencia, aunque prefirió pensar que lo estaba imaginando.

Quería parecer distante y dejarle en claro al general que no tenía intención alguna de llevarse con él, pero en realidad se sentía más como un niño al que sus padres descubrieron haciendo algo que él no quería que supieran.

Ahora que Mikasa estaba fuera de peligro, su mente empezó a aclararse, él había actuado sin cuidado alguno, se había jurado que por el bien de ella se mantendría a un margen y la protegeria, y aunque lo hizo, se había permitido ser vulnerable y mostrar su verdadero rostro, y aunque dudaba que ella recordara con claridad cualquier cosa que hizo, el hombre a su lado lo haría.

Empezó a sentir un familiar ardor en la garganta, maldijo internamente de que su manera de sentirse frustrado con algo era llorar.

Durante el tiempo en el que planeó el retumbar, logró cargar con todo lo que había hecho y planeaba hacer recluyendo sus emociones, había logrado fingir indiferencia hacia cosas que de otra manera lo habrían matado por dentro, como la muerte de Sasha o las cosas que les tuvo que decir a Armin y a Mikasa.

Sin embargo, después de que el retumbar fuera detenido, todo el peso de sus acciones se le fueron encima, y esa capacidad de ocluir de la que había dependido tanto se había ido.

Y aunque había logrado recuperarla un poco no era suficiente.

Creía que era suficiente.

Sus pensamientos de autoreproche, no eran algo nuevo para él, era la manera en la que solía terminar su día, por lo que estos, mezclados con la monotonía del paisaje, la contusión que seguramente habia sufrido y el calmante que habia tomado, lo llevaron, antes de que se diera cuenta, a un sueño profundo.

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ALAS DE LIBERTAD (Eremika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora