CAPITULO 9-Mikasa

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Mikasa se tiró de espaldas a la cama, luego de más una semana de viaje, y de pasar todo el día con sus amigos recorriendo el palacio, su cuerpo no daba más, lo único que quería era cerrar los ojos y dormir, pero el tirón de pelo que le causaba su peinado, y la ligera sensación del maquillaje en su rostro, le impedía hacerlo; por lo que, soltando un suspiro lleno de cansancio, se levantó y se dirigió al baño.

El espejo ahí era inmenso, lo cual tenía sentido, ya que, según Historia, esta habitación era usada anteriormente para hospedar a nobles de alto rango, lo cual era irónico, ya que ella lo era, pero, en ese momento, con lo exhausta que estaba, lo último que veía en el espejo era una princesa.

Tomando una de las toallas que se encontraban en el tocador, y mojándola, empezó a desmaquillarse.

Antes de ir a Hizuru jamás se había maquillado de la manera que se consideraba apropiada, lo más cercano a maquillarse que estuvo fue cuando a Hannah se le ocurrió ponerle un poco de brillo labial a escondidas, ya que cuando era recluta, el maquillaje estaba estrictamente prohibido, y ya después, cuando se unió a la legión de reconocimiento, no podía darse el lujo de poner el que se ponía o el cómo se veía en su lista de prioridades.

Hoy en día, era algo que hacía a menudo, debido a todos los eventos a los que asistía, y disfrutaba hacerlo, este resaltaba sus facciones, y la hacía lucir diferente, aun así, no había nada como quitárselo al final del día.

Cuando terminó de desmaquillarse, empezó a quitarse las horquillas que sujetaban su pelo, lo cual no hacía muy seguido, ya que Hanae era la que se encargaba de quitarle las horquillas, y peinar su cabello después, esto siempre y cuando Mikasa llegara antes de las nueve de la noche, si no era el caso, Hanako era la que lo hacía.

Al terminar con su pelo, tomó una ducha algo larga gracias al agua caliente, y se puso el camisón de seda blanca que empacó, apagó las luces y se dirigió a la cama.

Sin embargo, antes de llegar a esta, la luz de la luna que se filtraba a través del gran ventanal, captó su atención, y la emoción de estar de nuevo en el palacio hizo que ignorara sus ganas de dormir y se acercó y se sentó en el cojín que se encontraba en el marco de él, a la izquierda se podía ver el inmenso jardín del palacio, y al frente se encontraba una de las alas de dormitorios.

Akane y Armin, le habían dicho que sus dormitorios quedaban cerca, pero no exactamente en dónde.

<< ¿En dónde dormirán?>>, se preguntó mientras repasaba cada una de las ventanas, aunque no se podía ver nada ni nadie ya que había cortinas en cada una de las habitaciones y todas las luces estaban apagadas, lo que era de esperarse se había pasado un poco con su ducha caliente y ya que eran pasadas las once.

Era extraño volver a estar tan cerca de sus amigos, ellos durmiendo y conviviendo con ella en Paradis otra vez.

Ella nunca había tenido una casa o un lugar permanente, primero fue arrancada del lado de sus padres luego de que estos fueran asesinados, después de los Jaeger cuando Carla fue devorada por Dina y Grisha muriera, cuando se unió a las tropas siempre iban de un lado al otro, y finalmente había terminado en Hizuru por lo que no había un lugar al cual podría llamar hogar.

Sin embargo, Paradis siempre seria Paradis, el lugar en el que sus amigos que se habían convertido en su familia, en el lugar donde siempre los podía encontrar.

Una luz se encendió en el edificio de al frente lo que la sacó de su aturdimiento, por lo que fijó su mirada en ella, en la habitación, a través de la cortina se podía entrever la silueta de un cuerpo.

Uno demasiado familiar, tanto que causó que su pecho se encogiera.

Eren estaba caminando rápidamente de un lado para el otro, como buscando algo, cuando finalmente se detuvo y agarró lo que parecía un abrigo, se lo puso con movimientos frenéticos y desapareció, apagando la luz con él.

ALAS DE LIBERTAD (Eremika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora