Durante las aclamadas vacaciones de verano, Cellbit de la noche a la mañana se mudó, fue una gran sorpresa para él ya que no había prestado atención a sus padres cuando le notificaron de ello. Al llegar conoce a Roier, un joven de su misma edad que...
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Narrador
Despertar por el constante sonido de la alarma era la costumbre para el joven de cabello rubio oscuro, pero hoy el motivo de su despertar era su madre, que extraño "¿Habrá ocurrido algo?" Fue su primer pensamiento, algo somnoliento se sentó, con ambas manos cerradas en dos pequeños puños se estrujaba los ojos, quitándoles lagañas o cualquier miga que les hubiera entrado, cuando sus oídos finalmente cobraron completa consciencia ni ellos mismos creerían lo que acaban de escuchar.
- ¿Ya tienes tus maletas listas, verdad? El camión no tardará en llegar, filho - ¿Maletas? ¿Van a salir de vacaciones? ¿Pero en un camión? Algo aquí no parece estar bien, y eso le tenía los pelos de punta al joven, que apenas y si mantenía los ojos abiertos al ser levantado tan temprano.
- ¿Que maletas, mãe? - Preguntó confundido. Su voz estaba ronca, pero hablaba en ese tono ligeramente grave, pero con la agudeza de una voz infantil, o lo que quedaba de ella.
Su madre quedó en blanco - ¿Tu pai no te habló de la mudanza? - Su hijo negó con la cabeza - ¡No puede ser! ¡Cell, cielo, empaca todas tus cosas! ¡Nos vamos a mudar!
- ¿¡EH!? - Llegó a articular, completamente fuera de órbita.
No lo podía creer, se iba a mudar y ni él mismo tenía idea, sus padres le mostraron una casa de campo hace un par de semanas, ese día le dijeron algo pero como estaba concentrado en la canción que se reproducía desde sus audífonos, no le dio mucha importancía al asunto y solo asintió con la cabeza, las canciones de la joven de cabello bi-color era lo que captó su atención en ese momento, pero las letras con significados tan serios y dolorosos pero plasmados en letras tan cautivantes de Melanie Martinez, con los que se identificaba profundamente en ciertos sentidos, no eran lo importante ahora.
El joven se levantó por completo de su cama, arrastrando una sábana con el, no tenía gustos muy definidos así que las telas que lo acompañaban a dormir eran simples, no sabía por dónde empezar, así que tomó su mochila y ahí ingresó lo esencial, un pan de chanclas, cinco mudas de ropa, su cepillo de dientes, libreta y estuche, sus preciados audífonos de cable junto con su celular, y sus gafas de trabajo, le hacía ilusión llevarlas siempre en la frente, aunque no las utilizara muy seguido, siguió empacando cosas, como el resto de sus prendas de vestir, los pocos juguetes que tenía, aunque estos eran simple decoración que le recordaba a su dulce infancia, cuadros, dibujos viejos, esas partituras canciones que nunca aprendió a tocar en violín, su historia con el violín es... Algo para más tarde, ahora solo debía estar listo para que el camión de mudanza viniera por su pequeña, pero unida y activa familia.
Bajó apresurado las escaleras, seguía sin entender muy bien todo, pero fueron sus padres los que tomaron la decisión después de todo, eran los adultos, recién al bajar, su hermano de apenas 6 años de edad correteó un poco torpe a darle un abrazo de buenos días.
