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Roier POV

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Roier POV

Cuando cerré la puerta dos pares de ojos que bien conocía me inspeccionaron de arriba a abajo, con sonrisas maliciosas de las que se escapaban risas, Leo tenía la mano en su mentón y Bobby solo la imitaba, tenía a uno por la izquierda y a otro por la derecha, me interrumpían el paso así que no me quedó otra opción más que hablar.

- ¿Qué quieren escuincles? - Pregunté cruzando mis brazos con indiferencia.

- Te vimos hablando muy sonriente con tu noviecito ¿Cómo te fue? - Bobby solo pudo reír ante el comentario de nuestra hermana.

- ¡Él no es mi novio! - Reclamé agitado, luego me calmé. - Ahora, déjenme pasar de una vez.

Ambos se apartaron, sin dejar de mirarme con la misma sonrisa que tenían, solo pude suspirar y encerrarme en mi habitación. Cuando ya tenía mi vista en las brillantes estrellitas de mi techo, una sensación de calidez me inundó de repente, una sonrisa se dibujó inconscientemente en mi rostro, al notar esto me cubrí la cara con la almohada, y en mi mente estaba clavada aquella mirada azul como el cielo, desde hace mucho tiempo no tengo una mirada grabada en mi memoria, una risa reproduciéndose en repetición en mi cabeza, la sensación de un abrazo cada vez que me cruzo con alguien, y esto solo podía significar una sola cosa, algo a lo que le tuve miedo desde que todo salió mal aquella vez.

Que tal vez me estoy enamorando, otra vez.

Cuando esas palabras resonaron en mi cabeza presioné la almohada con más fuerza, no recuerdo como se sentía esto, pero se que no va a salir mal esta vez, quité la almohada de mi cara, y me dispuse a dormir una pequeña siesta, aunque no pudiera parar de pensar en el rubio, debía dormir.

De ese momento en adelante comencé a dudar un poco de los pensamientos que pasaban por mi cabeza con respecto al lindo rubio cenizo, también en varias ocasiones era la cara de varios bocetos que nunca llegaron a tocar la pintura porque no eran ni la mitad de hermosos que él mismo, nuestro lazo con el pasar de las semanas comenzó a volverse cada vez más y más fuerte, un día nuevo significaba otro pequeño granito de arena para conocerlo en su totalidad.

Puedo decir que tengo una buena memoria si sonamos un poco egoístas, muchas veces eso me ha jugado una mala pasada gracias a un par de experiencias incómodas que se me han presentado con una persona o dos, pero ahora era algo que agradezco tener, ya que recuerdo casi a la perfección la mayoría de las veces que aquellos ojos azules me miraban con tanta atención.

Nunca me había sentido con tanta compañía dentro de esas cuatro paredes de madera que mis padres construyeron para mi, y de las que cuido que tan solo yo o quien yo de el permiso entre y se sienta como en casa, cada risa, cada momento, cada silencio que cualquiera llamaría "incómodo", lo atesoraba como a nada en el mundo, los días fueron cada vez más felices, y lo seguirían siendo si una noticia que no solo me bajó el ánimo a mi, si no a gran parte de la juventud alrededor del mundo hubiera llegado como cada año.

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