Durante las aclamadas vacaciones de verano, Cellbit de la noche a la mañana se mudó, fue una gran sorpresa para él ya que no había prestado atención a sus padres cuando le notificaron de ello. Al llegar conoce a Roier, un joven de su misma edad que...
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Narrador.
El día tomaba curso en casa del cenizo, que miraba pensativo el techo de su habitación, con la cara algo colorada, sintiendo un cosquilleo en sus labios.
Su mente se centraba en una única memoria, ese pequeño beso que había depositado en la mejilla del castaño hace ya un tiempo, luego de haberse comportado como un idiota según el mismo, y haber charlado bastante con el rubio Forever, había tomado una clara decisión ese día.
Llevar a Roier a una cita.
Claro que por otro lado, en la casa que estaba a tan solo unos metros de distancia, Roier pensaba en las palabras de Jaiden de hace un par de semanas, y había, de igual manera, tomado una importante decisión.
Llevar a Cellbit al baile de invierno.
Ya casi era diciembre, solo faltaba una semana, semana en la que pensaba planear a la perfección el día, el ambiente, y la hora. Con una amigable sonrisa dibujada en su rostro.
Aunque un mensaje le llamó la atención, y miró de quién se trataba.
Retrocediendo un poco, sabemos de aquel albino que había llegado al vecindario y se había convertido en uno de los amigos de Jaiden, aquel joven de piel pálida y nariz rosácea había tenido largas horas de chistes y conversaciones con Roier en lo que cabe de la semana, y se le veía algo atraído al castaño en ciertas ocasiones, algo que no era una mentira.
Este joven había sido valiente y preguntado abiertamente si el chico de bandana azul sería tan amable de ser su acompañante en el baile de invierno, con todo y un par de rosas blancas y ropa algo formal, pero este, por más encantador que fuera, tuvo que rechazar la oferta, dejando algo herido al albino, así que, ahora eran amigos gracias a ello.
Los pensamientos de Roier fueron interrumpidos por un par de golpes en su ventana, que eran provocados por nada más y nada menos que el joven de mirada azul como el cielo que llamaba tanto su atención.
— ¿Cellbit? —Roier sintió como su ritmo cardíaco aumentaba de un momento para otro, y sus pupilas se dilataron con solo verlo.
Abrió la ventana, y el viento entró a su habitación, el contrario sonreía con emoción, pero claramente lo sabía disimular.
