La zona Norte de la ciudad estaba completamente atemorizada, no podían salir sin sentir miedo alguno, estaban desesperados.
Algo o alguien los estaba matando, lenta y dolorosamente. Algunos pensaban que se trataba de un lobo, pero... ¿y si en realid...
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Un bostezo abandonó los labios del pelinegro mayor, despertándose. Frotó suavemente sus manos hechas puño contra sus ojos para espantar el sueño y parpadeó un par de veces para adaptarse a la luz cálida que entraba por la ventana. Eran alrededor de las seis de la tarde.
Las sábanas habían quedado hechas bolita justo junto a la puerta de la recámara y, cuando se dio vuelta, vio a GeonHak hecho bolita profundamente dormido, completamente desnudo y con una sonrisita de paz asomándose por sus pequeños labios.
La realidad golpeó a SeoHo, recordando específicamente qué era lo que había hecho con el menor aquella tarde. No pudo evitar que su rostro ardiera, cómo evitarlo si finalmente había conseguido lo que por tanto tiempo había estado esperando, no es que ninguno de los otros cuatro chicos fuera un mal amante en la cama, de hecho, todos eran muy buenos a su manera, sin embargo nunca había tenido la oportunidad de estar con GeonHak, a solas, de esa manera. Además, un plus que le dio muchísima más altura a la situación fuerom sus pechos, era sencillamente algo que disfrutaron al máximo sin la necesidad de darle demasiada atención a partes que, en el pasado, hubiesen pensado que eran indispensables al momento del acto.
No tenía idea de cuánto tiempo se había quedado viendo hacia el lado de Kim, sin embargo se espantó en cuanto este chasqueó sus dedos frente a su mirada.
ㅡ¿Te comieron la lengua los ratones? ㅡpreguntó con su voz rasposa de haberse despertado apenas.
Lee sonrió de medio lado.
ㅡNo, fue un pollito ㅡdijo, impulsándose con sus piernas hacia adelante para quedar a la distancia perfecta y así poder robarle un besito chiquito.
Recibió de respuesta un ceño fruncido, sin embargo también una sonrisita embobada brotó de los labios del menor. Este iba a tomar el impulso para darle de regreso un beso al mayor, sin embargo una tercera voz desde la entrada de la habitación los interrumpió.
ㅡNo se los puede dejar solos a ustedes dos ㅡdijo Kim YoungJo con el tono más burlesco que salió de sus labios, recargado contra el marco de la puerta mientras se mantenía cruzado de brazos con una sonrisa ladina.
