La zona Norte de la ciudad estaba completamente atemorizada, no podían salir sin sentir miedo alguno, estaban desesperados.
Algo o alguien los estaba matando, lenta y dolorosamente. Algunos pensaban que se trataba de un lobo, pero... ¿y si en realid...
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ㅡHyung, deje quieto ese mueble, por favor ㅡse queja Lee KeonHee, intentando de que Kim GeonHak soltara el pesado sillón de la salaㅡ, le va a hacer daño al bebé.
Kim frunció el ceño y regresó el objeto a su sitio, resignado. Desde que se había enterado que una pequeña criaturita engendrada por su amado lobito habitaba dentro de él, ninguno de los otros cuatro muchachos ni DongJu lo habían dejado hacer fuerzas y eso ya le estaba hartando un poquito.
Sin mencionar con que, hace unos días atrás, Lee SeoHo había llegado con la misma noticia; a quien tampoco habían dejado en paz.
ㅡSeoHo, quédate quieto ㅡse quejó YoungJo, intentando detener a ese hombre que parecía una pelotita saltarina por andar de aquí para allá, saltando con una cría dentro de élㅡ. A este paso vas a hacer un batido de bebé.
Solo se encontraban ellos cuatro dentro de la casa, HwanWoong y el lobo habían ido a conseguir algunas cosas, sobretodo alimentos que a los dos futuros padres se les habían antojado.
SeoHo se cruzó de brazos haciendo un ligero puchero cuando YoungJo lo cargó entre los suyos para que dejara de moverse, depositando a este en el sillón. GeonHak simplemente soltó un suspiro de resignación, nuevamente, al verse arrastrado por KeonHee hasta el mismo sillón.
ㅡ¿Podrían quedarse quietos cinco segundos? ㅡpide el más altoㅡ ¿Que no ven que tienen unas criaturitas chiquitas esperando a que ustedes las cuiden bonito para nacer sanos y fuertes?
Sin embargo, el mayor de los Lee se seguía removiendo en su sitio, estaba inquieto.
ㅡ¿Pero qué pasa? ㅡpreguntó el mayor de todos, intentando tomar el rostro del pelinegro para poder observarlo frente a frente.
El menor de los Kim aclara su garganta, llamando la atención de los otros dos.
ㅡExtraña la presencia de DongJu... La extrañamos.
Era lógico, o al menos para el más alto lo era, ambos hombres estaban con un cachorrito en espera dentro de ellos, cachorrito brindado por el lobito al que sus corazoncitos pertenecían, por lo cual necesitaban sentir la presencia del lobito para sentirse seguros, cómodos y calentitos.
