La zona Norte de la ciudad estaba completamente atemorizada, no podían salir sin sentir miedo alguno, estaban desesperados.
Algo o alguien los estaba matando, lenta y dolorosamente. Algunos pensaban que se trataba de un lobo, pero... ¿y si en realid...
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El lobo alfa llevaba ya varios días sin aparecer.
El fin de semana anterior había avisado que ya no sentía tener el suficiente autocontrol como para ignorar la voz que a cada instante lo llamaba. Por ello, en el atardecer de un sábado, se perdió tras los árboles del bosque y no regresó.
Los chicos pensaron que DongJu regresaría tarde o temprano, pero cada vez se encontraban más ansiosos, sobretodo por el lloriqueo constante de los dos que habían quedado con su semilla dentro. Reclamaban tener al alfa cerca, sin embargo este no daba señales de vida por ninguna parte.
Sobretodo Lee SeoHo se removía nervioso. Si de por sí normalmente no se quedaba quieto, ahora, en esa situación no podía detenerse un solo segundo. A veces era su pie el que zapateaba constantemente sobre el suelo, otras veces eran los dedos de su mano tambolireando sobre una mesa o sobre una de sus propias piernas, o eran sus dientes rasgando los cueritos excedentes de sus dedos de la mano, o muy rara vez era él saltando de un lado a otro entre los muebles de la casa.
ㅡ¿Ho, podrías quedarte quieto? ㅡpidió YoungJo, exhausto. El menor pegó un chillido ante esas palabras mientras se removía en el sofá. Kim intentaba darle un poco de sopa de papa y especias que KeonHee había cocinado, llevaba al menos dos días sin comer y no podían permitir que siguiese asíㅡ Lee SeoHo, por el amor de la luna, tienes que comer si no quieres que ese niño se muera ㅡsoltó, aunque luego cayendo en cuenta de lo que acababa de decir.
Se suponía que solo DongJu, GeonHak y SeoHo sabían de la existencia de aquellos pequeñitos en el vientre de los dos últimos mencionados, entonces... ¿Cómo se había dado cuenta YoungJo?
ㅡ¿Estás en embarazo, hyung? ㅡinquirió KeonHee, acercándose hasta estar junto al sofá.
Lleno de bochorno en sus mejillas, SeoHo escondió su rostro entre sus propias rodillas.
Pero dejaron de preguntarle cuando dos personas más llegaron a ese lugar, una muy pegada a la otra.
ㅡ¿Alguien sabe qué le pasa? No ha querido soltarme ㅡpreguntó Yeo, tallando sus ojitos para espantar el sueño. Muy aferrado a su espalda se encontraba Kim GeonHak, haciendo lo posible por no separarse del menor de todos.
