Chapter 2

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— Realmente estás mal de la cabeza.

— Tu estás igual de jodido qué yo.

Lucerys rodó sus ojos, pasando sus dígitos sobre las cuerdas de su guitarra eléctrica para intentar hacer oídos sordos a lo qué decía su tío.

— ¿Qué? — Aegon le sonrío burlón. — ¿Acaso olvidas qué le arrancaste un ojo a mí hermano solo por qué insultó a tu madre?

— ¡Habrías hecho lo mismo en mi situación! — intentó justificarse. — Además, eso ya pasó hace mucho, superalo.

— Nop, nunca lo haré.

Ambos príncipes se habían escapado de la Fortaleza Roja aquella misma mañana con la excusa de ir a volar sobre sus dragones. Sin embargo allí estaban, en el departamento de su amiga Victoria, esperando qué ella y su otro amigo vuelvan de comprar comida.

— Ya, debo hacer la introduccion a esa canción. — el castaño llamó la atención de su mayor. — Pasame eso.

Aegon le pasó la letra aunque se ganó una mala mirada del Velaryon cuando observó las líneas escritas en dothraki.

— Dioses, eres increíble. — bufo frustrado. —

— Me da vergüenza, déjame en paz. — le quitó su hoja, pegandola a su pecho con un puchero en sus labios. —

— ¡Nadie escuchará canciones en un idioma qué no entiende! — se quejó el ojiazul, dejando su guitarra a un lado. —

— ¿De qué hablas? — preguntó indignado el Targaryen. — ¡Nuestro anterior disco fue un éxito!

Luke no podía negarle eso. Ambos compartían el mismo amor por la música, teniendo talento en ella, sin embargo eran diferentes; mientras Lucerys sabía tocar la guitarra de una manera gloriosa, Aegon era muy habilidoso con el piano y poseía una voz digna de los Dioses, según su abuelo Jon.
I

mpulsados por esto y sus fantasías adolescentes, habían creado una pequeña banda junto a dos amigos qué conocieron una noche en un bar y congeniaron instantáneamente. De aquello ya pasaron dos años, y el año anterior, después de mucho esfuerzo, habían sacado su primer disco Il ballo della vita, seguido de varios y exitosos sencillos. Sin embargo, sus identidades eran completamente secretas y los príncipes estaban dispuestos a qué siga así, Victoria y Ethan respetaban aquella decisión.


— ¿Qué sucede aquí? — preguntó una eufórica Victoria, entrando por la puerta principal. —

— Nada, Vic. — le sonrío el Velaryon. — ¿Consiguieron lo qué querían?

— Por supuesto. — Ethan dejó la bolsa sobre la mesa del centro. — ¿Comerán?

Sangre Valirya (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora