Chapter 7

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Cuando Jacaerys se levantó aquella madrugada, un ligero rocío golpeaba en los largos ventanales de sus aposentos. Al abrir mejor sus párpados se quejó al instante, sintiendo el severo ardor en ellos culpa del llanto qué no lo abandonó hasta qué estuvo completamente dormido.

Al bajar su mirada vio la pálida y fina mano de Aegon, la cuál estaba posada tiernamente en su cintura, se removió sobre el frío cuerpo del platinado y se maldijo mentalmente al sentir cómo el mismo parecía despertar.

— ¿Jace? — su voz ronca y somnolienta resonó baja entre las frías paredes, sin abrir sus párpados para hablar. —

— Duerme, Rhae. — se quedó sentado al lado de la cama esperando a qué vuelva a dormirse completamente, suspirando una vez lo hizo. —

Necesitaba tener su mente en blanco y con él a su lado no sería capaz de tenerla, por lo tanto se calzó unas pantuflas calientes y se puso una bata sobre sus hombros, abriendo silenciosamente la puerta luego. Divago durante un buen tiempo por todo el castillo hasta qué se detuvo en la puerta de los aposentos qué estaban al lado de los de su madre, tocando ligeramente sin ser muy ruidoso.

Estuvo parado allí unos cuantos minutos hasta qué la puerta fue finalmente abierta; Aerea tenía un camisón de color rojo qué se transparentaba de una manera casi atrevida y un rostro confundido y cansado, observando a su mellizo con el ceño fruncido.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó luego de un bostezo, haciéndose a un lado para permitirle el paso. —

— No podía dormir. — la mentira le salió natural mientras se quitaba su bata y la dejaba en el respaldo de una silla. — ¿Estabas haciendo algo?

— Leyendo. — sus pies se arrastraron por el suelo durante su trayecto hasta su lecho, sin quitar su mirada del príncipe. —

— ¿Puedo... — su pregunta quedó en el aire, formando una ligera sonrisa al ver cómo la castaña rodó sus ojos y dejó un lugar en su cama. —

— Ven. — Jacaerys llegó allí en cuestión de segundos, cubriéndose con las sábanas apenas estuvo acomodado. — ¿Debería preguntarte por qué estuviste llorando?

Jacaerys sabía qué podía confiar en su hermana, al fin de cuentas su relación era una bastante íntima y nunca hubieron secretos entre ellos, excepto claro, aquel secreto, pero hasta ese momento el Velaryon no había considerado confesarselo.

— Jace.

Aun así el mismo sentimiento de cuándo estaba charlando con su madre lo embriago: la vergüenza. No tenía rostro para confesar aquello en voz alta, el tan solo decirlo le generaba un profundo asco por sí mismo y no estaba preparado para soportar cualquier tipo de reacción qué tuviera Aerea.

— ¿Sabes qué madre planea comprometernos, cierto? — los párpados de la princesa se abrieron de par en par, observando a su hermano con sus labios entreabiertos por segundos. —

Aerea hubiera esperado qué sea comprometida con cualquier de sus tíos, al fin de cuentas, ellos tenían los cabellos platinados y sus futuros vástagos herederos al Trono también los tendrían, pero definitivamente nunca imaginó qué su querido hermano vaya a ser su comprometido.

Se esperaba mucho más ser casada con Aegon a ser casada con su mellizo. Aunque eso le provoque náuseas.

— No, no lo sabía. — lo primero qué salió de sus labios sonó cómo una voz fantasmal, riendo nerviosa luego. — Es...bien, no tengo una jodida idea de qué decir en estos momentos.

— Lo sé, yo tampoco.

— ¿Qué...qué piensas al respecto? — Ambos se miraron a los ojos durante unos minutos, husmeando por su mente para poder acomodar una respuesta a aquello. — Porqué yo creo qué no es tan malo- es decir, podría ser mucho peor.

Sangre Valirya (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora