Capítulo 11 (Adiós)

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Tras reír un poco, una sonrisa se dibujó en el rostro de la Kyushu

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Tras reír un poco, una sonrisa se dibujó en el rostro de la Kyushu.

La sonrisa en el rostro de Sayumi era clara y fácil de ver.

—¿Por qué sonríes?— preguntó curioso mientras dejaba la carta en su escritorio.

—Recordé...— respondió con simpleza mientras acariciaba su pequeño vientre con una sonrisa cálida.

El rubio sonrío ante la respuesta sincera de la chica.

—Ven, ya debe de estar llegando, el ave tardó mas de lo pensado en entregar la carta— comentó mientras extendía su mano para que la Kyushu la tomara.

Sayumi aceptó la mano del rubio, este ensanchó más su sonrisa mientras la de cabellos blanquecinos recargaba momentáneamente su cabeza en el hombro de Naruto.

La puerta se abrió de repente, logrando que ambos Shinobi dentro de la oficina estuvieran listos para derribar a cualquiera.

—Ah, cuñado, que bueno que siguen aquí— comentó la chica de cabellera rubia.

—¡Yuna!— nombró feliz la de ojos miel mientras abrazaba a su hermana.

—Naruto, veníamos a informarte algo— comentó el Uchiha mientras veía de reojo como ambas hermanas se abrazaban la una a la otra.

—¿Qué sucede, Sasuke?— preguntó el rubio mirando con clara curiosidad a su amigo Uchiha.

—Nos iremos de Konoha— habló la de ojos ónix.

—¿Qué?— preguntó la de ojos miel.

La de cabellos blanquecinos retrocedió unos pasos, alejándose de su hermana y escondiendo su rostro en el pecho de su pareja

—¿Por qué?— preguntó el rubio mientras envolvía a su pareja en una abrazo protector.

—Queremos emprender un viaje lejos de aquellos que quieran dañar a nuestro bebé— respondió la Senju.

—¿Me escribirás?— preguntó mientras mostraba un poco su rostro contraído, sus lagrimas dejaban rastro en sus mejillas y se quedaban en su barbilla donde después caían al suelo.

—Sí, todas las cartas que quieras— respondió Yuna mientras extendía sus brazos para que su hermana la abrazara.

Sayumi se separó del rubio y se dejó abrazar por su hermana quien acariciaba levemente su espalda con la intención de hacerla sentir mejor.

—Bien, esta bien, dejen Konoha cuando lo crean conveniente, pero quiero ver al bebé de mi hermana en cuanto nazca— pidió la Kyushu de ojos miel.

—Tenlo por seguro— respondió la de ojos ónix.

—Y, si necesitan algo, no duden en llamarme, recuerda que también soy ninja médico— comentó mientras rompía levemente el abrazo.

—Vengan, les firmaré una autorización, así no habrá problemas con Sakura— habló el rubio.

La amante del HokageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora