Mierda era una palabra muy simple para esa catástrofe de día, y las lágrimas evidentemente no hicieron presencia ese día. Lo único bueno que había sacado de ello era saber que el mismo apego que yo le tenía a la relación lo tenía él, al menos así es como quería verlo yo.
Después de eso Kai no volvió a llamar, había dado por hecho que no contestaría, y tenía razón, no lo hubiera hecho. Por lo menos hubiera esperado un mensaje después de todo, pero no tuve ni eso, tampoco explicaciones. Durante la noche se dignó a aparecer por aquí y la casa se convirtió en una jungla de sombras que cobraban vida y de silencio, pero esa era la misma sensación que me habría dado otras veces aun con la compañía de él.
Había puesto al dia a Alec la misma noche que llegué a casa — sola — y estuve tentada a hacerle venir, aunque no con ninguna otra intención "extracurricular", tan solo para que sintiera tener a alguien cerca, pero por tan tentador que pudiera haber sonado eso, no lo hice y sin embargo a la mañana siguiente, cuando estaba más despierta, cogí el teléfono y le devolví la llamada a Hope, aunque no fue ni a la primera ni a la segunda vez que llamé, sino a la tercera que está descolgó la llamada.
Nos quedamos en silencio un tiempo, ambas sabíamos lo que ocurría aunque no le hubiera dicho palabra a ella.
— Dylan me ha contado — dijo seria aunque con ese timbre en la voz que indicaba todo ese entusiasmo que estaba acumulando. Sonreí para mis adentros aunque no sabía qué esperar de ella.
— Entonces dime lo que me tengas que decir — se escuchó un suspiro a través de la línea seguido de una pausa, después de eso yo continué hablando — Es mejor si te vienes y te lo explico.
— Estoy saliendo de casa — dijo con prisa y agitada mientras corría de un lado a otro, me reí por última vez antes de colgar y esperé a que el timbre sonara.
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Me había dado tiempo a hacer la comida y terminar de ducharme con mucha, mucha tranquilidad. Aún no tenía ni idea de donde estaba Kai o que era de él o dónde estaba, ¿pero eso era relevante? No por ahora, pero aun así la sensación era diferente, tal vez se sintiera mejor de lo que podría haber esperado.
Agarré una de las sillas que menos estorbaba, me senté en la terraza y me relajé, respiré hondo y miré a mi entorno. A penas se sentía como si el verano estuviera empezando pero casi lo estábamos terminando, los colores rojizos de las hojas se estaban empezando a notar y el aire era menos denso que como lo había sido en la costa o semanas anteriores aquí — aunque el calor no había disminuido por mucho que quisiera cambiar eso —, pero tan rápido como me había puesto cómoda, sonó lo que llevaba esperando tanto tiempo.
Maldecí en alto al aire y por que mi suerte me odiara tanto. Corrí hacia la puerta y la abrí de par en par, quizás demasiado fuerte ya que la pared se quejó cuando esta la golpeó.
Antes de que alguien dijera nada, estallamos las dos en un chillido y nos fundimos en un abrazo largo e intenso. Ella llevaba una bolsa cargada de comida, tal y como había sido aquellas veces.
Nos pusimos en una pequeña sala que ni siquiera merecía llamarse salón, saqué varios cuencos para poner el resto de comida basura que había traído y empezamos a tragar como posesas. Nos reímos y nos pusimos al día, ella me empezó a contar de Dylan y la cantidad de avances que habían habido hasta la fecha. Sonreí dándome cuenta de que eso es lo que buscaba a pesar de los problemas que ellos pudieran tener.
— ¿Dormiste bien en mi casa no? — dijo riendo. Levanté mis cejas al tiempo que inclinaba la cabeza hacia abajo. — ¿Por dónde quieres empezar?
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No todo el oro brilla igual (2º libro de No todo lo que brilla es oro)
RomantikAdara quiere olvidar ese pasado que no queda tan lejano, pasar página sin arriesgarse a cometer más errores, aunque eso solo el destino lo podrá determinar. Lo que no se espera es que sus sentimientos crucen fronteras que no espera traspasar. El amo...