Capítulo 6.

93 6 0
                                    

Mila.

—¿Sabes lo divertido que fue verlo? —cuestiono riendo— Piensa que sí creí que tenía trabajo.

—Lo sé, estuvo encantado con el show.

—Mila, ¿conoces a los hombres de allá?

Amaranta, amiga y una de las chicas bailarinas, se acerca a nosotros y habla en mi oído señalando la mesa de Jean y sus amigos.

—Nada más a uno, ¿por?

—¿Crees que puedas conseguir un poco de información del de rojo? —sonrie.

—Dame unos minutos.

Mi primo y la chica sólo miran con una sonrisa cómo acomodo el escote de mi top y mi cabello. Camino con seguridad hasta su mesa para tomar asiento al lado del objetivo de mi amiga.

Pero me surge una nueva idea y me siento al lado de Jean.

Dios, es una locura.

—Mily —saluda Libardo—, ¿necesitas algo?

—En realidad sí, quiero hablar con Jean.

—¿Conmigo? —pregunta el mencionado.

—Hay algo que quiero preguntarte. ¿Vienes un momento?

Sonríe y se levanta.

—Adelante.

Voy delante de él hasta llegar a un salón en remodelación donde sólo hay una mesa que Jordan dejo de usar y material de construcción, afortunadamente nadie puede entrar aquí.

—Antes de que digas algo —comienza—, creo que no sabías que estaría aquí.

—No hay problema por eso, la verdad es que yo tampoco iba a poder salir contigo.

—¿Eso significa que vas a aceptar?

Camino hasta la mesa subiéndome en ella y lo miro.

—A cambio de un favor.

—Los que quieras.

—Tengo una amiga que se interesó en un chico que estaba en tu mesa.

Se acerca a mi y abre mis piernas para posicionarse entre ellas, apoyo las manos quedando un poco hacia atrás y él aprovecha para inclinarse más a mi.

—¿Cuál de ellos?

—Camisa roja.

—Te daré toda la información que quieras para tu amiga si eso te hará feliz.

Me atrevo a pasar una de mis manos de su hombro a su cabello acercándolo más a mi rostro y ladeo la cabeza para hablar.

—Y yo voy a agradecerte con la cita.

Lo suelto pero me sostiene de la cintura, mi falda se ha subido pero no supone un problema para ninguno de los dos.

Mucho menos cuando acuna mi mejilla y me acerca en un movimiento brusco a su boca dejándola a muy pocos centímetros de distancia.

—Me encantaría ver eso.

Mi corazón se acelera y confirmo que el suyo igual cuando me sostengo de su pecho. Nuestra respiración es un desastre y eso que sólo han sido acercamientos, nada del otro mundo.

Se aleja y lo miro con una sonrisa mientras muerdo mi labio y me bajo para acomodar mi ropa, saca su móvil de su saco y toma el mío de la cintura de la falda.

Ingreso la contraseña de desbloqueo y se lo entrego, teclea unas cuantas cosas y lo devuelve a dónde estaba.

—Ahí la tienes.

Boss. [JeanCarlo León]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora