Capítulo 7.

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Jean.

—¿A dónde tan guapo?

—Voy a salir.

—¿Con quién?

—¿Por qué tantas preguntas?

—Sólo quiero saber —se sienta—, vas muy guapo.

—Voy con Mila.

—¿Ya acepto?

—¡Libardo! —grita mi hermana desde afuera.

—Tu hermana piensa que soy camión de mudanza, ya te veo.

—Ya me voy por ella, te veré más tarde.

—Que les vaya bien, entonces.

Sale y termino de ajustar la corbata. Tomo las llaves de mi auto y el regalo que me ayudó a escoger mi hermana para poder salir.

Casi quince minutos después ya estoy frente a la casa de los Ferrer esperando a que ella salga. Cuando lo hace lo miro con una sonrisa de suficiencia al ver que lleva el vestido que deje para ella anoche.

Y se ve preciosa.

—Señor León —saluda creciendo mi sonrisa—, buenas noches.

—Buenas noches, señorita Ferrer.

Tomo su mano y beso el dorso de ella.

—¿Esta lista?

—Claro.

Le cedo el paso y le abro la puerta de copiloto, me regala una sonrisa como agradecimiento.

Mentiría si dijera que no estoy nervioso, claro que lo estoy. Estoy nervioso y asustado porque hace mucho tiempo que no siento algo similar.

—¿No vas a preguntar a dónde vamos?

—No, quiero que me sorprendas.

—¿Te gusto el vestido?

—Sí, gracias de hecho.

—¿Supiste algo de la mujer?

Notó cómo se tensa y pierde la vista en la ventana.

—No, nada.

Decido cambiar de tema para que no se siente incómoda hasta que llegamos al restaurante donde nos dan la mesa que tiene mi nombre como reservación.

No puedo dejar de verla, aún estando distraída se ve preciosa.

—¿Esta todo bien, muñeca?

—Sí —responde sin mirarme—, todo bien.

—¿Segura? Te veo un poco distante.

—Lo siento —me mira—. Tuve un día algo pesado.

—Olvídate de todo, Mila. Esta noche es nuestra.

Sonreímos al tiempo pero somos interrumpidos por un mesero que llega a entregarnos las cartas del menú.

—Pide lo que quieras, muñeca.

—Iba a hacerlo.

Pocos minutos después nos traen la cena y una botella de vino. Inicio una plática de lo más animada con la rubia.

—Platicáme más sobre ti.

—¿Qué quieres saber?

—¿Por qué no me dijiste que no te gustaban las rosas?

Por primera vez desde que la conozco, me da una sonrisa apenada antes de beber de su copa.

—Hubiera sido maleducado de mi parte rechazarlas.

Boss. [JeanCarlo León]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora