CAPÍTULO 3 | ¿CONFÍAS EN MÍ?

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"Did you get enough love, my little doveWhy do you cry?"

Sufjan Stevens - Fourth of July


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Aemond miró de reojo la bolsa de papel que guardaba los cinnamon rolls y los dos capuchinos que Helaena había preparado para ellos. Lucerys la había colocado entre los dos cuando se sentaron en el banco del parque, pero él no quería ser el primero en empezar a comer. Su estómago ya comenzó a rugir en cuanto salieron de la cafetería, no quiso meter prisa a su acompañante por lo que aguantó el tipo hasta que Lucerys decidiera que era un buen momento para comenzar a merendar.

–¿Sueles venir mucho por aquí? –preguntó Aemond mientras fijaba la vista en el pequeño lago que tenían delante.

Sus aguas estaban calmadas, haciendo que las hojas anaranjadas y amarillentas que descansaban sobre la superficie apenas se movieran. Los pocos patos que había allí nadaban en completa tranquilidad mientras una mujer mayor les echaba migas de pan a unos pocos metros de ellos.

–Sí, me gusta este lugar. Es muy tranquilo y apenas viene gente.

Aemond había percibido eso en él; a Lucerys no le gustaban las multitudes. Lo notó el día anterior en la fiesta, aunque estaba a gusto y cómodo con las personas que se encontraban allí él solo pensaba en marcharse a la comodidad y seguridad de su casa.

Se sentó más hacia el filo del banco y cruzó las piernas después de estirarlas por completo, quedando casi tumbado. Por el rabillo del ojo pudo ver que su acompañante de cabellos rizados había seguido cada uno de sus movimientos. Casi sonrió.

–Yo no he venido nunca –por fin ladeó la cabeza y descubrió que Lucerys lo miraba con el ceño fruncido–. Ya, lo sé. Está cerca de la cafetería pero nunca se me ha ocurrido venir.

–¿Ni siquiera con Helaena y Aegon? Ellos sí han venido alguna vez. Lo sé porque ella subió a Instagram alguna foto aquí con él.

–Ah, no lo sabía –comentó como si nada.

–¿Ellos no te avisan cuando salen? –preguntó con cierta incomodidad, temiendo que la respuesta de Aemond no fuera a gustarle.

Él lo miró a los ojos, como si supiera hacia dónde iba dirigida su pregunta.

–No es eso –sonrió–. Es solo que muchas veces no estoy en casa.

Luke soltó una carcajada que pilló por sorpresa a Aemond.

OTOÑO EN TU MIRADA | lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora