CAPÍTULO 6 | ¿ÁNGEL O DEMONIO?

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«I don't want to play this part. But I do, all for you»

The Neighbourhood - Softcore


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Detrás del mostrador donde Helaena y Aegon atendían a los clientes, Aemond le explicaba cómo debía preparar el café en aquella máquina enorme y con decenas de botones y funciones distintas. Ya le habían dicho cómo funcionaba la caja registradora, le habían mostrado la carta de las bebidas calientes y frías y la de las comidas saladas y dulces. También le habían explicado cómo debía servir en las mesas en caso de que él tuviera que atender a los clientes en ellas. A Luke ya le dolía la cabeza y apenas habían comenzado, pero se concentró en lo que su amigo le dijo e intentó imitar sus movimientos cuando le dejaba hacerlo.

–Vale. Ahora pon el vaso aquí. Mira que la leche esté justo a este nivel y dale al botón.

Luke siguió sus pasos al pie de la letra y pulsó el botón. No ocurrió nada.

–¿Qué pasa? Le he dado.

–¿Le has dado bien?

–Sí.

–Dale otra vez.

Luke le hizo caso, cuando de repente, la máquina hizo un ruido ensordecedor y Aemond volvió a pulsar el botón a la velocidad del rayo. Sus ojos azules se abrieron mucho y lo observaron como si acabara de ver un fantasma. Luke notó cómo su corazón comenzó a latir desbocado, sus peores temores se habían cumplido. Había roto la puñetera máquina.

–Oh no... –su mirada fría y azul se puso sobre la máquina de café.

–¿Qué? ¿La he roto? –medio chilló, mientras sus ojos marrones se abrían cada vez más –Dime que no la he roto, Aemond.

–Lucerys... –su voz sonaba lastimera, como si no quisiera darle la razón.

–No, Aemond –hizo un puchero–. Por favor, dime que no la he roto.

De repente, la expresión de preocupación que su rostro afilado mostraba se convirtió en una media sonrisa burlona. Su lengua sobresalía un poco por sus dientes mientras le daba al botón y la máquina volvía a hacer un ruido horrible para calentar la leche del vaso, que comenzó a burbujear.

–¡Eres un gilipollas de mierda! –le dio un manotazo en el hombro y cruzó los brazos sobre su pecho, enfadado.

Aemond miró a Lucerys y se enterneció al descubrir que cuando se enfadaba así, su labio inferior se abultaba un poco más, como si creyera que eso remarcaba su enfado y no lo hiciera parecer más adorable todavía.

OTOÑO EN TU MIRADA | lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora