Cuando uno habla de su felicidad debe ser discreto y confesarla como si confesase un robo.
Jules Renard.
—Está a punto de anochecer, deberíamos irnos.-sugiere Cameron cuando nos bajamos de la noria.
—Estoy de acuerdo.
Nos subimos todos a los coches y seguimos la larga y desolada carretera.
—Gracias.-Le digo a Cameron mientras tiene sus ojos perdidos en el camino.
—¿Por qué?
—Hacía mucho tiempo que no me sentía así de bien.— admito.
—Quiero hacerte sentir bien siempre, no me arrepiento de haber expresado lo que siento por ti, Úrsula y me da igual si tú aún no sientes lo mismo, porque en ese caso voy a enamorarte cada día hasta que con tus propias palabras digas lo que tanto anhelo escuchar.
—¿Qué cosa?
—Quiero que me ames.
—Es un poco rápido, ¿no crees?
—Solo creo que no hay tiempos correctos cuando conoces a una persona que en menos de un mes es capaz de estremecer tu vida y poner tu mundo de cabezas, el tiempo es irrelevante, son solo números y los números no encajan en el misterioso camino del amor.
—¿Por qué?
—¿Qué cosa?
—¿Por qué yo?
—No lo sé Sul, solo sé que te tengo en mi cabeza todo el puto día, que pienso en ti y sonrío como un crío de quince años, que siento que a tu lado el reloj vuela y que nunca es suficiente las horas que pasamos juntos. Honestamente, quiero más, ¡necesito más de ti!
—Joder, no es que no te crea Cameron, es solo que es complicado para mí confiar.
—¿Por qué?
—Por cosas que he vivido.
—¿Puedo saber qué cosas?
Me quedo fija mirando el camino evadiendo la pregunta.
No podía saber.
Nadie podía saber nada sobre mí.
—Entiendo, todo a su momento.— coloca su mano sobre mi hombro y lo acaricia.-Cuando estés lista para contarme por lo que has pasado, yo estaré aquí para ti.
—Gracias.
Nos miramos por un segundo y ambos sonreímos.
Esa sensación que tengo cuando sus ojos coinciden con los míos era estúpidamente satisfactoria.
Un frenazo hace que salga de mis pensamientos.
—¡Joder!, disculpa Sul.
Asiento con la cabeza y me quedo fija mirando lo que teníamos enfrente.
Íbamos tan distraídos que no nos dimos cuenta de que había una cinta policial bloqueando todo el camino.
—¿Qué ha pasado aquí?— pregunto descolocada.
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Hasta que recuerdes mis besos.
RomanceAmante de la imperfección, perdida en un mundo de apariencias. Un mundo donde todos fingen ser algo que no son. Excepto yo; hace un par de años perdí la memoria y con ella perdí mis miedos, mis dolores, mis malos momentos, incluso mi decencia. ¿Por...