Capítulo 54| Tú me haces sentir eso

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[FRAGMENTO DEL DIARIO DE KIOMY, EN ALGÚN MOMENTO DURANTE LAS VACACIONES]

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[FRAGMENTO DEL DIARIO DE KIOMY, EN ALGÚN MOMENTO DURANTE LAS VACACIONES]


15 de diciembre de 2021


Yo era feliz observándote desde las sombras. Me gustaba mantenerme oculta detrás de la firmeza del anonimato porque ahí no era vulnerable ante el peligro de ser rechazada o expuesta. Al meditar en retrospectiva, me avergüenza confesar que me pasaba noches enteras imaginando cómo sería nuestra vida juntos y anhelando el momento en que pudiera trasladar a la realidad lo que experimentaba, para que no quedase como un deseo flotando en la bruma, sin cumplirse jamás.

Ahora sé que la imaginación es poderosa; en mi caso resultó ser una trampa en la que caí redondita. Entre más me esmeraba por dejarte fuera de mis pensamientos y por impedir que te instalaras en mi corazón, más me fui empujando al borde de aquel abismo. Sí quería hundirme, no sopesé las consecuencias. Pero no me arrepiento en lo absoluto. Lo repetiría en cada eje cronológico si el resultado se replicara en cada una de las ocasiones.

Me gustaste con inusual locura desde el primer instante en el que te vi, y de inmediato asumí que estaba totalmente fuera de tu alcance. Creo que te consideré tan bello como lejano, alguien que ni siquiera pertenecía al mundo en el que yo me desenvolvía, y que por lo tanto no tenía oportunidad de estar contigo. Sé que empezamos con el pie izquierdo, que mi ineptitud en el manejo de las emociones representó una amenaza envolvente. De no ser por tu curiosa insistencia, quizá no estaríamos en esta tramo de la línea. Qué bueno que no te rendiste, qué bueno que buscaste el modo de llegar hacia mí, incluso si te lo puse difícil o llegué sacarte de quicio.

Desarrollé por ti sentimientos que ya conocía, y que a pesar de todo siempre me parecieron más fuertes y puros que los de antaño. Me inclinaba a creer que, si había despertado lo mismo en ti, tarde o temprano ibas a armarte de valor para enfrentarlos, con lo que acarrearías una responsabilidad compartida, la cual yo estaba más que dispuesta a asumir a la par contigo. Sé que te arriesgabas incluso más que yo al admitirlo en mi presencia porque es lo que se espera de ustedes: que tomen la iniciativa. Y debo constatar que nunca estuve del todo de acuerdo, incluso los hombres poseen el derecho de retraerse y cuidar sus emociones.

¿Qué cómo me siento? Evidentemente no hay ninguna palabra que pueda expresarlo con exactitud, no obstante, no por ello cesaré en intentarlo. Hace años que no veía en mi rostro una sonrisa así de estúpida, y eso que yo pensaba que se había reservado solo para las niñas pequeñas que se ilusionan por cualquier cosa. Pero heme aquí, con esa curva enorme que se ha mantenido elevada durante horas. Quizá no eras consciente de que la provocabas en mí, aunque ese menoscabo hizo presencia desde el comienzo.

No soy tonta. Me daba cuenta de algunas señales que mandabas, a tu modo, claro está. Digamos que fingí no notarlas porque consideré que estaba velando por mi bien. Aunque también se debía en parte a la terrible inseguridad que albergo en mi corazón, ese sufrimiento que no soy capaz de contarle a cualquiera. No podía permitirme ser rechazada una vez más por mi más grande deseo, tenía que estar 100% segura de que lo que contemplaba no era obra de un espejismo.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora