Capítulo 65| Me siento de maravilla

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Advertencia: Este capítulo contiene descripciones de situaciones delicadas que podrían ser perturbadoras para algunos lectores

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Advertencia: Este capítulo contiene descripciones de situaciones delicadas que podrían ser perturbadoras para algunos lectores. Se recomienda discreción al continuar.

Cuando un cúmulo de ira se desata, deja a su paso una vereda de destrucción calcinante

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Cuando un cúmulo de ira se desata, deja a su paso una vereda de destrucción calcinante. En mi caso, fue como si un enjambre de abejas furiosas hubiera pululado dentro de mí, haciendo ruidos estridentes que me complicaban pensar con claridad. No importó cuánto intentase calmarme o distraerme. Se habían anclado, diseccionando cada rincón de mi mente.

Sentí que estaba perdiendo el control, que el torbellino que se estaba formando me empujaría al borde de una furia persistente, que se aferraba a mí con un poderío que no sabía soltar y que ya no podía contener.

Que hubiera atentado contra mi vida no era un asunto que dejaría pasar así como así, menos ahora que me había confesado que esa era su intención desde el comienzo. Ella no sería la causante, no era merecedora de ese privilegio. Quizá sobreviví para no dejar que pensara que había ganado.

Tras propinarle una bofetada que tronó con un sonido corto y agudo, busqué el modo de empujarla antes de que se recuperase del aturdimiento. Aterrizó varios metros delante de mí, lo que me volvió consciente de que la fuerza que me invadía sobrepasaba los límites de lo común. Fue grandioso.

El susto preliminar ocasionado por la distancia medida la alertó para levantarse, sin embargo, al irse hacia atrás trastabilló y terminó chocando contra un par de puertas metálicas. El sonido reverberó en los vestidores. Un estruendo potente hizo que todo quedara en silencio cuando su figura quedó estática después de evidenciar su alcance.

Me fui acercando despacio, antes de que procediera a huir como la cobarde que era. La alcé por los hombros para dedicarme a azotarla con frenesí. Los crujidos que emitía el contacto con los huesos de su espalda y cráneo me deleitaron en sobremanera, se convirtieron en el impulso requerido para continuar.

Me apretó por las muñecas, en un triste intento por aminorar los impactos, y aunque tuvo la intención, nunca le concedí el momento de que ensartara las uñas en mis globos oculares. Gritó a duras penas para pedir ayuda, pero el ruido de los impactos ensordecía su ya de por sí débil voz.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora